Objeciones comunes al mensaje e historia de 1888

El testimonio de Ellen White

LB, 22 junio 2002

 

 

Objeción 1: ‘Dado que hacia el cambio de siglo (1900) Jones y Waggoner se desviaron del camino, la conducta más segura es no prestar atención al mensaje que trajeron’

 

Respondo a esta objeción en primer lugar, puesto que esa circunstancia de la desviación tardía de Jones y Waggoner es tristemente todo lo que muchos parecen conocer —o quieren saber— acerca de la historia y hechos relacionados con 1888.

 

E.J. Waggoner comenzó a incluir algunas ideas pan-enteístas en sus escritos a partir de 1896: Cristo morando en todo hombre, regenerado o no (en este último caso estaría silente, pendiente de ser descubierto), y claramente panteístas más tarde, como se puede apreciar en la serie de dieciocho estudios sobre el libro de Hebreos que dio en la Conferencia General de 1897. Con toda probabilidad resultó influenciado por las ideas de J.H. Kellogg.

 

Por el contrario, parecen infundadas las acusaciones de haber faltado a su compromiso matrimonial. Según carta escrita en 1971 por el misionero Ellis P. Howard a sus 86 años, esposo de Pearl, la hija menor de E.J. Waggoner, fue su esposa, Jessie Fremont Moser Waggoner quien cayó en la infidelidad al resultar seducida por un hombre joven mientras Waggoner estaba en Londres, siendo ella quien pidió y obtuvo el divorcio con la intención de casarse con su nuevo amante, lo que no llegó a suceder. E.J. Waggoner sólo contrajo un nuevo matrimonio posteriormente y tras haber sometido el asunto a ancianos y colegas en el ministerio. Paradójicamente, él fue culpado del divorcio y apartado de la membresía, mientras que su exesposa no lo fue.

 

Hasta donde el análisis literario ha permitido comprobar, A.T. Jones no participó del panteísmo ni pan-enteísmo de Waggoner. No hay base para las acusaciones que algún autor contemporáneo ha hecho contra él en ese sentido. Para acusar a Jones de panteísta es necesario cambiar la definición de panteísmo como siendo la creencia de que Cristo mora (a través de su Espíritu Santo) en el corazón del creyente regenerado. El problema es, naturalmente, que según esa redefinición, la Biblia, el propio Cristo, Pablo, el resto de autores de las Escrituras del Nuevo Testamento, y Ellen White fueron panteístas.

 

Pero A.T. Jones desarrolló tardíamente un sentimiento de amargura hacia la dirección de la iglesia e incluso cuestionó la inspiración de Ellen White. En ese espíritu de amargura y pérdida de fe en la dirección divina de la iglesia remanente, el Jones tardío acompañó a J.H. Kellogg.

 

Los que han continuado hasta el día de hoy oponiéndose al mensaje que el Señor nos dio mediante los pastores Jones y Waggoner no dudan en atribuir su desviación tardía al propio mensaje, siendo entonces la implicación ineludible que Ellen White no fue inspirada por el Espíritu Santo al apoyar de forma contundente e inconfundible el mensaje que trajeron, cosa que hizo en más de doscientas declaraciones. En el caso de admitir que fuera realmente inspirada, la situación empeora, porque esa acusación equivale entonces a atribuir falta de sabiduría y discernimiento al propio Dios.

 

La apostasía posterior de Salomón no convirtió Proverbios, Eclesiastés o Cantares en literatura peligrosa. No hemos rechazado la enseñanza de la purificación del santuario y los 2.300 días debido a que quien la expuso por primera vez (O.R.L Crosier) por recomendación inspirada mediante Ellen White, terminara renegando de esa enseñanza y abandonando el adventismo.

 

La propia Ellen White previó y advirtió acerca del “engaño fatal” y la exultante alegría de los opositores al mensaje que Dios nos envió a través de Jones y Waggoner, si estos cedían finalmente a la tentación:

 

Si los mensajeros, tras haber permanecido valientemente por la verdad durante un tiempo, cayeran bajo la tentación y deshonraran a Aquel que les había encomendado su obra, ¿probaría eso que el mensaje no era verdadero? No... El pecado —por parte de los mensajeros de Dios— alegraría a Satanás, y triunfarían quienes rechazaron mensaje y mensajeros. Pero eso en ningún modo exculparía a los responsables del rechazo del mensaje de Dios (Carta O-19, 1892).

Es muy posible que los pastores Jones y Waggoner puedan ser derrotados por las tentaciones del enemigo; pero de ocurrir así, eso no probaría que no habían recibido el mensaje de Dios, ni que toda su obra hubiese sido un error. Pero si eso sucediera, cuántos tomarían esta posición, entregándose a un engaño fatal a causa de no estar bajo el control del Espíritu de Dios... Sé que esa es precisamente la posición que muchos tomarían si alguno de estos cayera finalmente, y oro para que los hombres sobre los que Dios ha puesto la carga de una obra solemne sean capaces de dar a la trompeta un sonido certero y honrar a Dios a cada paso, y que su camino pueda iluminarse más y más en todo momento hasta el fin del tiempo (Carta S-24, 1892).

El Espíritu de profecía aporta una razón distinta, como contribuyente principal al desánimo y desviación finales de los dos mensajeros de 1888:

 

Deberíamos ser los últimos en el mundo, en ceder en el más mínimo grado al espíritu de persecución contra aquellos que están llevando el mensaje de Dios al mundo. Lo que se ha manifestado entre nosotros desde el encuentro de Minneapolis es la peor clase de espíritu anticristiano. Algún día se lo verá en su verdadera magnitud, con todo el peso de horror resultante (General Conference Bulletin 1893, 184).

 

 

Objeción 2: ‘No es necesario conocer el mensaje de Waggoner y Jones tal como ellos lo presentaron, puesto que tenemos los escritos de Ellen White’

 

1. Ellen White no identificó su propia obra como el comienzo del fuerte pregón, del derramamiento de la lluvia tardía. Sin embargo, sí que lo hizo con el preciosísimo mensaje que “en su gran misericordia el Señor envió... a su pueblo por medio de los pastores Waggoner y Jones... el mensaje del tercer ángel, que ha de ser proclamado en alta voz y acompañado por el abundante derramamiento de su Espíritu” (TM 91-92). Es ineludible reconocer que tiene que haber algo único, especial, en el mensaje que el Señor comisionó a Jones y Waggoner a que dieran a la iglesia y al mundo. Es imposible apreciar el don profético manifestado en Ellen White si al mismo tiempo rechazamos sus consejos y afirmaciones. Hay más de 1.800 páginas escritas por Ellen White a propósito de “1888”. A ningún otro evento dedicó tanta extensión.

2. Ellen White no sostuvo que fuese ella quien llevó ese “mensaje especial”. Siempre fue categórica e insistente en la identificación de los mensajeros:

“Cuando Cristo vino a los judíos con todo el poder de su majestad, manifestando toda su gracia en prodigiosas curaciones y en el poderoso derramamiento de su Espíritu, no estarían dispuestos a reconocerlo. ¿Por qué? Porque reinaban allí los mismos prejuicios que habían morado en sus corazones, y los más poderosos milagros que hiciera no tendrían efecto alguno en sus corazones.

Si nos situamos en una posición en la que no vamos a reconocer la luz que Dios envía o su mensaje para nosotros, estamos en peligro de pecar contra el Espíritu Santo. ¡Cómo podemos ir en procura de encontrar alguna pequeña cosa que se haya hecho, que nos permita colgar allí alguna de nuestras dudas y empezar a cuestionar! El asunto es, ¿ha enviado Dios la verdad? ¿ha suscitado Dios a esos hombres para proclamar la verdad? Digo: –Sí. Dios ha enviado a hombres para proporcionarnos la verdad que no habríamos tenido si Dios no hubiese enviado alguien para que nos la trajese. Dios me ha permitido tener una luz en cuanto a lo que es su Espíritu Santo, por lo tanto, lo acepto, y no me atreveré más a levantar mi mano contra esas personas, puesto que sería contra Jesucristo mismo, quien debe ser reconocido en sus mensajeros.

Os pido ahora que seáis cuidadosos en cuanto a la posición que tomáis cada uno de vosotros, si os rodeáis de nubes de incredulidad debido a que veis imperfecciones; veis una palabra o un pequeño asunto, quizá, que puede ocurrir, y los juzgáis de acuerdo con ello. Debéis ver lo que Dios está haciendo con ellos. Ver si Dios está obrando con ellos, y entonces tenéis que reconocer el Espíritu de Dios que se revela en ellos. Si elegís resistirlo, estaréis actuando exactamente como lo hicieron los judíos” (Manuscrito 2, 1890; The Ellen G. White 1888 Materials, 608-609).

“El Señor ha suscitado a los hermanos Jones y Waggoner para que proclamen un mensaje al mundo a fin de preparar a un pueblo para que resista en pie en el día de Dios. El mundo está sufriendo por necesidad de luz adicional que venga a ellos sobre las Escrituras [una] proclamación adicional de los principios de pureza, humildad, fe y la justicia de Cristo. Ese es el poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (The Ellen G. White 1888 Materials, 1814-1815).

“Satanás controla toda mente que no se halla en forma decidida bajo el gobierno del Espíritu de Dios. Algunos han estado cultivando odio contra los hombres a quienes Dios ha comisionado para presentar un mensaje especial al mundo” (TM, 79-80).

Dios comisionó a Waggoner y a Jones para que presentaran “un mensaje especial al mundo”; no para que presentaran ‘un mensaje especial a la hermana White, de forma que ella lo pudiese presentar de forma subsiguiente al mundo o a su pueblo’. Cuando Dios comisionaba a Ellen White algún mensaje, se comunicaba con ella según la norma profética: mediante sueños, visiones, etc. No mediante Jones y Waggoner. Carece de sentido la suposición de que Dios comisionara a Jones y Waggoner con ese mensaje, con el único propósito de que ellos se lo transmitieran a Ellen White, y ella a nosotros.

“Este mensaje, tal como ha sido presentado, debe ir a toda iglesia que pretenda creer la verdad... Queremos ver quién ha presentado al mundo las credenciales divinas” (RH 18 marzo 1890).

Ellen White no dijo: ‘Este mensaje, tal como lo presentaré yo después que Waggoner y Jones hayan desaparecido de la escena...’, sino “tal como ha sido presentado”. Y debe ir “a toda iglesia”. ¿Ha ido ya a la tuya?

“En su gran misericordia el Señor envió un preciosísimo mensaje a su pueblo por medio de los pastores Waggoner y Jones... este es el mensaje que Dios ordenó que fuera dado al mundo” (TM, 91-92).

¿Desechaste ese medio ordenado por Dios para hacer llegar el preciosísimo mensaje a “su pueblo” y “al mundo”?

 

 

Objeción 3: ‘El mensaje presentado por Jones y Waggoner es el mismo presentado por Ellen White, por lo tanto, no necesitamos recibirlo a través de ellos’

 

Si el Señor hubiese suscitado a los dos mensajeros antes de la época de Ellen White, o después de ella, cabría pensar que se trataba de enfatizar una misma cosa. Pero estando viva la profetisa del Señor, en pleno uso de su don profético, “en su gran misericordia el Señor envió... a su pueblo por medio de los pastores Waggoner y Jones... el mensaje del tercer ángel, que ha de ser proclamado en alta voz y acompañado por el abundante derramamiento de su Espíritu” (TM 91-92), por lo tanto, está claro que el Señor les encomendó a ellos una labor especial, diferente de la que había encomendado a ella.

“[El ángel del Señor dijo] ‘El pueblo está actuando según la rebelión de Coré, Datán y Abiram… No es a ti [Ellen White] a quien están despreciando, sino a los mensajeros y al mensaje que envié a mi pueblo. Han mostrado su desdén hacia la palabra del Señor’” (The Ellen G. White 1888 Materials, 1067-1068)

 

 

 

Objeción 4: ‘He leído artículos de Ellen White de “1888” y no encuentro allí lo que se presenta como “el mensaje de 1888”’

 

Ellen White no se identificó a sí misma como la mensajera de 1888. Como explica la nota de la página 215 de Mensajes Selectos vol. III, “Elena de White habló 20 veces en Minneapolis, pero no se refirió a la justificación por la fe”. Eso es muy significativo, puesto que la propia Ellen White declaró posteriormente que el gran tema, en Minneapolis, fue la justificación por la fe (ver testimonio del pastor Washburn). Dios había elegido para ese mensaje especial a Jones y Waggoner. En su infinita sabiduría, el Señor había asignado allí otro importante papel a su profetisa: dar testimonio del origen celestial de ese mensaje y de que fue el Señor quien eligió a sus mensajeros, cosa que Ellen White hizo de la forma más enfática. La credibilidad de lo presentado por Jones y Waggoner durante el período en que ella hizo sus declaraciones de apoyo a los mensajeros se mantiene o se cae junto con la de Ellen White en su ministerio profético. Ver selección de citas de ‘The Ellen G. White 1888 Materials’ al final del libro Alumbrada por su gloria.

 

 

Objeción 5: ‘El Camino a Cristo, El Deseado de todas las gentes, El Discurso maestro de Jesucristo y Palabras de vida del gran Maestro contienen el mensaje de la justicia de Cristo, por lo tanto, no necesitamos los escritos de Jones y Waggoner’

 

Si debido a que esos cuatro libros contienen todo lo que necesitamos saber sobre el evangelio no estamos en necesidad de dar oído a los “mensajeros delegados celestiales”, significa que, con mucho mayor motivo, podemos abstenernos de cualquier otra lectura y predicación. ¡Basta con quedarse en casa leyendo esos cuatro libros! Y eso quizá nos hiciera un gran bien, aunque naturalmente sea disparatado. Pero obsérvese lo que dijo Ellen White sobre sus propios escritos (de ella): “No estáis familiarizados con las Escrituras. Si os hubieseis dedicado a estudiar la Palabra de Dios, con un deseo de alcanzar la norma de la Biblia y la perfección cristiana, no habríais necesitado los Testimonios” (2 JT, 280). Siendo así, ¿qué pensaríamos de alguien que sostuviera que no tenemos ninguna necesidad de los Testimonios, puesto que “todo” está en la Biblia? ¿Acaso no revelaría eso la peor incredulidad imaginable respecto al don profético manifestado en Ellen White?

 

 

Objeción 6: ‘Ellen White dijo que el mensaje presentado por Waggoner y Jones no era luz nueva; por lo tanto, nada hay de especial allí que nos sea necesario’

Obsérvese esto: “Los testimonios escritos no son dados para proporcionar nueva luz, sino para impresionar vívidamente en el corazón las verdades de la inspiración ya reveladas” (2 JT 280). ¿Desecharemos por ello también los Testimonios?

La revelación es o no nueva dependiendo de quiénes la reciben. Jesús dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros” (Juan 13:34). ¿Realmente nuevo? (Lev 19:18). Lo era ciertamente para aquellos oidores de Jesús.

“El Dr. Waggoner ha abierto ante vosotros una luz preciosa; no luz nueva, sino antigua luz que muchas mentes habían perdido de vista, y que brilla ahora en nítidos rayos” (The Ellen G. White 1888 Materials, 175).

 

 

Objeción 7: ‘Es preciso rechazar toda nueva luz, ya que todo lo nuevo es necesariamente erróneo y contrario a la verdad. En todo caso, ya hemos recibido toda la verdad que necesitamos’

 

El Espíritu de profecía siempre nos ha indicado que nuestro crecimiento en el conocimiento de la verdad será continuo e ininterrumpido.

“Se me preguntó entonces: ‘Hermana White, ¿piensa que el Señor tiene nueva luz para nosotros como pueblo?’ Respondí: ‘Con toda seguridad. No es sólo que lo piense, sino que puedo hablar categoricamente. Sé que hay preciosa luz que ha de ser desplegada ante nosotros, si somos el pueblo que ha de resistir en el día de la preparación de Dios” (The Ellen G. White 1888 Materials, 219).

“Los hay que se han jactado de su gran cautela en recibir ‘nueva luz’, como ellos la llaman; pero están cegados por el enemigo y no pueden discernir las obras y caminos de Dios. Luz, preciosa luz. Viene del cielo, y ellos se disponen contra ella. ¿Qué sigue después? Esos mismos aceptarán mensajes que Dios no ha enviado y vendrán así a ser incluso peligrosos para la causa de Dios debido a las falsas normas que establecen” (The Ellen G. White 1888 Materials, 722).

“Nuestros hombres jóvenes miran a los de mayor edad, que siguen en su posición rígida y de modo alguno se moverán para aceptar ninguna nueva luz que venga. Se mofarán y ridiculizarán lo que esos hombres dicen y hacen como si fuese algo intrascendente. ¿Quién es responsable por esa burla, por ese desprecio, os pregunto? ¿Quién la protagoniza? Los mismos que se han interpuesto en la luz que Dios ha dado, haciendo que no llegue al pueblo que debió recibirla” (The Ellen G. White 1888 Materials, 540-541).

“Grandes verdades que han pasado sin ser vistas ni oídas desde el día de Pentecostés, han de brillar en su pureza nativa a partir de la palabra de Dios. A aquellos que verdaderamente aman a Dios, el Espíritu Santo les revelará verdades que se han desvanecido de la mente, y revelará también verdades que son enteramente nuevas” (Fundamentals of Christian Education, 473).

“Cuando el Señor envía hombres precisamente con el mensaje para este tiempo a fin de que lo den al pueblo, un mensaje que no es una nueva verdad, sino la misma que Pablo enseñó, que Cristo mismo enseñó, resulta para ellos una doctrina extraña. Comienzan a inducir al pueblo a que tenga cuidado... Los hombres que han tenido un espíritu farisaico piensan que si se aferran a lo que consideran las buenas teorías antiguas y no toman parte en el mensaje enviado por Dios a su pueblo, estarán en una posición segura y buena. Así pensaban los fariseos de antaño” (3 MS, 211).

“La verdad de Dios es progresiva; va siempre en aumento, de fortaleza en fortaleza aun mayor, hacia una luz mayor. Tenemos todas las razones para creer que el Señor nos enviará mayor verdad, ya que queda aún por hacer una gran obra. En nuestro conocimiento de la verdad primeramente hay un comienzo en su comprensión, luego una progresión y más tarde la plenitud; primero la plántula, luego la mazorca, y tras ello el maíz en su plenitud. Ha habido una gran pérdida debido a que nuestros pastores y nuestro pueblo han llegado a la conclusión de que ya hemos recibido toda la verdad que nos era esencial como pueblo; pero una conclusión tal es errónea y armoniza con los engaños de Satanás, ya que la verdad se estará desplegando constantemente”

“La luz vendrá al pueblo de Dios, y aquellos que han procurado cerrar la puerta tendrán que arrepentirse, o bien ser quitados del camino. Ha llegado el momento de dar un nuevo ímpetu a la obra. Escenas terribles están por llegar ante nosotros, y Satanás se esfuerza por ocultar de nuestro entendimiento precisamente aquello que Dios quiere que conozcamos. Dios tiene mensajeros y mensajes para su pueblo. Si se presentan ideas que difieren en ciertos puntos de nuestras doctrinas anteriores, no debemos condenarlas sin estudio diligente de la Biblia para ver si son verdaderas” (Signs of the Times, 26 mayo 1890).

           

 

Objeción 8: ‘El derramamiento del Espíritu Santo no será un mensaje, sino un poder acompañado de manifestaciones tangibles e incontrovertibles, por lo tanto, es un error relacionarlo con el mensaje que trajeron Jones y Waggoner’

 

Es el Espíritu de Profecía quien establece tal relación, nosotros sólo la señalamos. Es posible que las manifestaciones tangibles e incontrovertibles lo sean en un sentido que no imaginamos, ya que:

“A menos que estemos avanzando diariamente en la ejemplificación de las virtudes cristianas activas, no reconoceremos las manifestaciones del Espíritu Santo en la lluvia tardía. Podrá estar derramándose en los corazones de los que están en torno de nosotros, pero no lo percibiremos ni lo recibiremos” (TM, 507).

Sean cuales sean esas manifestaciones, lo serán del tipo que puede pasar desapercibido para nosotros a pesar de estar derramándose el Espíritu Santo en los corazones de personas que pueden ocupar el mismo banco en nuestra iglesia. ¿Interesante?

Citamos aquí solamente uno de los muchos lugares en los que Ellen White estableció la ineludible conexión entre el mensaje y el derramamiento del Espíritu Santo:

“El tercer ángel, que vuela por en medio del cielo, y proclama los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesús, representa nuestra obra. El mensaje no pierde fuerza mientras el ángel vuela hacia adelante; porque Juan lo ve aumentar en fortaleza y poder hasta que toda la tierra está iluminada con su gloria... El mensaje de verdad que proclamamos debe ir a toda nación, lengua y pueblo. Pronto se proclamará con fuerte voz, y la tierra será iluminada con su gloria. ¿Nos estamos preparando para este gran derramamiento del Espíritu de Dios?” (2 JT, 169).

La evidencia bíblica es también abundante (ver, por ejemplo, Deut 32:2; Oseas 6:3; Isa 55:10-11).

El sello característico de los falsos y pretendidos derramamientos del Espíritu Santo es precisamente la supuesta efusión de un poder, al margen de un mensaje de verdad apropiada para ese tiempo. Se trata de “espiritualidad” sin verdad, que resulta ser espiritismo.

 

 

Objeción 9: ‘Quienes insisten en que en la era de 1888 se produjo el comienzo del derramamiento pentecostal del Espíritu Santo, confunden la luz del conocimiento espiritual con el poder del Espíritu Santo’

 

Resulta increíble el interés de algunos por negar lo que Ellen White afirmó repetidamente, y que es el hecho fundamental de “1888”.

La predicación de ese mensaje estuvo en el comienzo del derramamiento del Espíritu Santo, y tenía por fin dar la luz y el poder para terminar la obra en un tiempo breve, y recibir al Señor en las nubes. Sólo en esa expectativa se puede comprender que Dios suscitara justo antes de 1844 el movimiento de William Miller, permitiendo que llamara la atención mundial al inminente retorno de Cristo. En efecto, la purificación del santuario (que Miller no comprendió plenamente) tenía un fin: la preparación de un pueblo y del mundo para el próximo regreso de Cristo. Nuestro pecado, en 1888 y siguientes años, ha consistido en resistir al Espíritu Santo, abortando su derramamiento y demorando la venida de Cristo en el tiempo previsto por el Señor.

En incontables ocasiones Ellen White expresó que había habido una demora, que no era la voluntad del Señor que estuviéramos tantos años en esta tierra, y que de haber sido fieles, hace muchos años que estaríamos en la Jerusalén celestial (dicho ya en sus días). La iglesia que el Señor suscitó con posterioridad a 1844 lleva en su nombre la palabra ADVENTISTA. No fue un nombre elegido de forma caprichosa. El Espíritu Santo dio su aprobación a ese nombre. Esta, su verdadera Iglesia del tiempo del fin, tenía y tiene por objetivo cooperar con el Señor en la preparación para su retorno en gloria. Pero antes de esa venida es necesario el derramamiento del Espíritu Santo a fin de que tengamos la luz y el poder necesarios para que la tierra pueda ser alumbrada por su gloria. Nuestro rechazo al Espíritu Santo en 1888, nuestra negación continuada de haber actuado de esa forma, y nuestro desentendimiento del mensaje predicado en aquella ocasión explican que el retorno de Cristo no se haya producido en el breve tiempo que separaba 1844 de 1888, y de 1888 hasta nuestros días.

Leemos en Deuteronomio 9:7: “Acuérdate, no olvides que has provocado la ira de Jehová tu Dios en el desierto… habéis sido rebeldes a Jehová”.

Solemos aplicar esa advertencia / consejo al antiguo pueblo de Israel de forma corporativa y le achacamos un grave problema de memoria. ¿Qué tipo extraño de ceguera nos impide ver su aplicación en el caso del moderno Israel, que es nuestro caso?

¿Es razonable que estemos esperando y pidiendo el derramamiento del Espíritu Santo, mientras nos esforzamos por ocultar e ignorar el mensaje con el que comenzó a ser derramado cuando lo resistimos en la era de 1888 y a partir de entonces? Escribiendo desde Australia en 1895 en relación con Minneapolis, leemos:

“Quiero presentar una amonestación a los que durante años han resistido la luz y albergado un espíritu de oposición. ¿Por cuánto tiempo odiaréis y despreciaréis a los mensajeros de la justicia de Dios?... La gracia del Espíritu Santo os ha sido ofrecida una y otra vez. La luz y el poder de lo alto han sido derramados abundantemente en vuestro medio... El Señor sabe que estáis dando vuelta completamente a las cosas... Si rechazáis a los mensajeros designados por Cristo, rechazáis a Cristo” (TM, 96-97).

Obsérvese que eso fue escrito siete años después de 1888. ¿No te parece que defender el mito de que uno o dos años después de 1888 ya fue aceptado ese mensaje —y que lo hemos venido aceptando desde entonces— es dar “vuelta completamente a las cosas”, como lo es negar que “la luz y el poder de lo alto” fueron “derramados abundantemente” en 1888?

 

 

Objeción 10: ‘Más bien que dirigir nuestra vista hacia atrás, ¿no debiéramos olvidar el pasado y seguir avanzando?’

 

En Jerusalén todavía hay judíos devotos penando junto al muro de las lamentaciones. Uno de los motivos principales de sus plegarias es reclamar la venida del esperado Mesías.

A nosotros nos parece patético, pero eso es exactamente lo que significa un pueblo que decidió “olvidar el pasado y seguir avanzando”. ¿Cómo de patéticos debemos parecer nosotros a las inteligencias celestiales en nuestro intento por olvidar y seguir avanzando en nuestro olvido?

Si el pueblo judío literal decidiera avanzar espiritualmente, debería ciertamente dirigir su mirada dos mil años atrás, y ver que el tan esperado Mesías vino ya, pero lo rechazaron. Nosotros oramos por el derramamiento del Espíritu Santo (y hacemos bien), pero en muchas ocasiones lo hacemos pensando que vendrá como un poder, sin relación alguna con un mensaje, y eso nos sucede por haber querido olvidar el pasado y seguir avanzando. En el futuro, cuando se produzca el genuino derramamiento del Espíritu Santo, no será de forma distinta a como se produjo su comienzo en la era de 1888. Mirar a “1888” no es dirigir la vista al pasado, sino al futuro.

¿Crees que podremos alguna vez avanzar, olvidando que el comienzo del derramamiento del Espíritu Santo vino en estrecha relación con un mensaje específico que nos empeñamos en ignorar y ocultar, cuando no repudiar explícitamente?

“A las ocho, el hermano Jones habló acerca del tema de la justificación por la fe... este mensaje de luz y verdad que ha venido a nuestro pueblo es precisamente la verdad para este tiempo... El fuerte pregón del tercer ángel ya ha comenzado en la revelación de la justicia de Cristo, el Redentor que perdona los pecados. Este es el comienzo de la luz del ángel cuya gloria llenará toda la tierra” (1 MS, 424-425).

¿Te parece razonable olvidar ese comienzo del fuerte pregón y de la luz del ángel cuya gloria tenía que haber alumbrado toda la tierra y que por fin no pudo hacerlo? ¿Te parece razonable olvidar y seguir “avanzando” como si no hubiera pasado nada? ¿Podemos estar seguros de que al proceder así no estamos avanzando hacia atrás?


 

 

Objeción 11: ‘La justificación por la fe es una doctrina que tenemos en común con los evangélicos, por consiguiente no hay nada singular ni especial en el mensaje que presentaron Jones y Waggoner’


 

1. El mensaje preciosísimo que en su gran misericordia el Señor envió a su pueblo mediante los pastores Waggoner y Jones “invitaba a la gente a recibir la justicia de Cristo, que se manifiesta en la obediencia a todos los mandamientos de Dios” (TM, 91-92). Pero las iglesias evangélicas creen que el mandamiento sobre el sábado fue específicamente abolido en la cruz. Waggoner afirmó esto: “El sábado es el punto de apoyo en la palanca de la fe”. La “palanca de la fe”, tal como es comprendida y presentada por las iglesias caídas, se apoya sobre... ¡nada!

2. El mensaje presentado en 1888 era paralelo y consistente con la comprensión única adventista de la purificación del santuario; es el evangelio eterno en el contexto de la hora de su juicio (Apoc 14:7). Eso es ampliamente ignorado, cuando no enérgicamente repudiado, por las iglesias evangélicas, y más recientemente por los propios adventistas ecuménicos.

3. Su singularidad: constituyó el comienzo del fuerte pregón, del derramamiento del Espíritu Santo. Esos son acontecimientos que tienen en la escatología adventista un significado único, no conocido ni compartido por las iglesias evangélicas.

“El fuerte pregón del tercer ángel ya ha comenzado en la revelación de la justicia de Cristo, el Redentor que perdona los pecados. Este es el comienzo de la luz del ángel cuya gloria llenará toda la tierra” (1 MS, 425 —escrito en 1892).

“Algunos se sintieron incómodos con este derramamiento, y se pusieron de manifiesto sus propias disposiciones naturales. Dijeron: 'No es más que excitación; no es el Espíritu Santo ni los aguaceros celestiales de la lluvia tardía'. Hubo corazones llenos de incredulidad, que no bebieron del Espíritu Santo, sino que desarrollaron amargura en su alma…       
Los que resistieron al Espíritu de Dios en Minneapolis estuvieron esperando una oportunidad para recorrer el mismo camino otra vez…     
Dijeron con su corazón, su alma y con sus palabras, que esa manifestación del Espíritu Santo era fanatismo y engaño. Se tuvieron como una roca por encima y alrededor de la cual fluyeron las olas de la misericordia, pero sus endurecidos e impíos corazones las rechazaron resistiendo la obra del Espíritu Santo… todo el universo celestial fue testigo del trato afrentoso que se dio a Jesucristo, representado por el Espíritu Santo. Si Cristo hubiera estado ante ellos, lo habrían tratado de forma similar a como lo hicieron los judíos” (The Ellen G. White 1888 Materials, 1478-1479).

“Algunos han tratado al Espíritu como a un huésped indeseado, rehusando recibir el rico don, rehusando reconocerlo, dándole la espalda y condenándolo como fanatismo… Se resistió la luz que ha de alumbrar toda la tierra con su gloria, y por la acción de nuestros propios hermanos ha sido en gran medida mantenida alejada del mundo” (The Ellen G. White 1888 Materials, 1575).

 

 

Objeción 12: 'Waggoner y Jones escribieron muy poco, y lo que predicaron se lo llevó el viento'

 

¿Puedes creer que el Señor permitiría que se pierda “el mensaje de Dios a la iglesia de Laodicea”, el que envió a fin de preparar a su pueblo para la traslación? Después de Ellen White, de entre todos los autores adventistas, probablemente nadie produjo tanto material escrito como Jones y Waggoner. ¿Cuánto de él puedes encontrar en tu librería de iglesia?

“El mensaje que nos han dado A.T. Jones y E.J. Waggoner es el mensaje de Dios a la iglesia de Laodicea, y ay de aquel que profese creer la verdad y que no obstante no refleje a otros los rayos dados por Dios” (The Ellen G. White 1888 Materials, 1052.2).

 

 

Objeción 13: ‘Puesto que no somos expertos en lenguas antiguas ni en inglés, y tampoco nos son asequibles las fuentes primarias, haremos bien en limitarnos a aceptar las decisiones de nuestros dirigentes en cuanto a cuál es la verdad’

 

1. ¿Qué conocimiento de la verdad habría obtenido alguien que tuviera esa mentalidad en la época de Elías, de Juan el Bautista (Lucas 7:28-30), de Jesús en sus días en esta tierra (Juan 7:47-49), de Lutero y los reformadores, o de nuestros pioneros en el surgimiento del movimiento adventista?

2. Si tienes acceso a estos escritos habrás podido comprobar por ti mismo que HAY abundante material asequible, tanto en inglés como en castellano. Otro asunto es si ese material está asequible por el conducto que uno quisiera o considera adecuado... Pero eso no es nada nuevo: recuérdese por qué conducto llegó la verdad en la época de Juan Bautista, en la de Jesús o en la de 1888, y el papel que tuvieron los prejuicios referentes al mensajero en el rechazo del mensaje, en cada uno de los casos citados.

“En la manifestación de ese poder que ilumina la tierra con la gloria de Dios no verán más que algo que en su ceguera les parecerá peligroso, algo que despertará sus temores, y tomarán posición para resistirlo. Debido a que el Señor no obra de acuerdo con sus ideas y expectaciones se opondrán a la obra. ‘¡Qué!’ —dicen ellos—‘¿Acaso no conocemos el espíritu de Dios tras haber estado tantos años en la obra?’” (RH, 23 diciembre 1890).

Obsérvese el contraste: Lo que Ellen White definió como “precioso”, algunos lo percibirán como “peligroso”. La simpatía o animadversión que manifestamos hacia el mensaje y los mensajeros demuestra cuál es nuestra posición al respecto.

“¿Cómo escudriñaremos las Escrituras para entender lo que enseñan? Debemos abordar la investigación de la Palabra de Dios con un corazón contrito, con oración y con una disposición a ser enseñados. No hemos de pensar, como pensaron los judíos, que nuestras propias ideas y opiniones son infalibles; ni como los papistas, que piensan que ciertos individuos son los únicos guardianes de la verdad y el conocimiento, y que los hombres no tienen derecho a investigar las Escrituras por sí mismos, sino que deben aceptar las explicaciones dadas por los padres de la iglesia. No debemos estudiar la Biblia con el propósito de sostener nuestras opiniones preconcebidas, sino con el único objeto de aprender lo que Dios ha dicho.

Algunos han temido que si en un solo punto siquiera reconocían su error, otras mentes se verían inducidas a dudar de toda la teoría de la verdad.  Por lo tanto, han creído que no debiera permitirse la investigación, que esta tendería a la disensión y la desunión. Pero si tal ha de ser el resultado de la investigación, cuanto antes venga, tanto mejor. Si hay personas cuya fe en la Palabra de Dios no resiste la prueba de una investigación de las Escrituras, cuanto antes se manifiesten, tanto mejor; pues entonces se abrirá el camino para mostrarles su error. No podemos sostener que ninguna posición, una vez adoptada; ninguna idea, una vez defendida, no habrá de ser abandonada en circunstancia alguna. Hay solamente Uno que es infalible: Aquel que es el camino, la verdad y la vida.

Los que permiten que el prejuicio impida que la mente reciba la verdad no pueden ser receptáculos de la iluminación divina. Sin embargo, cuando se presenta un punto de vista de las Escrituras, muchos no preguntan: ¿Es cierto? ¿Está en armonía con la Palabra de Dios?  Sino: ¿Quién lo defiende?, y a menos que venga precisamente por el medio que a ellos les agrada, no lo aceptan.  Tan plenamente satisfechos se sienten con sus propias ideas, que no quieren examinar la evidencia bíblica con un deseo de aprender, sino que rehúsan interesarse meramente a causa de sus prejuicios.

El Señor a menudo obra cuando nosotros menos lo esperamos; él nos sorprende al revelar su poder mediante instrumentos de su propia elección mientras pasa por alto a los hombres por cuyo intermedio hemos esperado que viniera la luz.  Dios quiere que recibamos la verdad por sus propios méritos, porque es verdad.

La Biblia no debe ser interpretada para acomodarse a las ideas de los hombres, por mucho tiempo que hayan sido tenidas estas ideas como verdad.  No hemos de aceptar la opinión de comentadores como la voz de Dios; ellos eran seres mortales como nosotros.  Dios nos ha dado facultades de razonar a nosotros como a ellos.  Hemos de hacer que la Biblia sea su propio expositor. Todos deben ser cuidadosos en la presentación de nuevos puntos de vista sobre pasajes de la Biblia antes de haber dado a estos puntos un estudio cabal, y estén plenamente preparados para sostenerlos con la Biblia. No introduzcáis nada que cause disensión, sino una clara evidencia de que en ello Dios está dando un mensaje especial para este tiempo.

Pero guardaos de rechazar aquello que es verdad. El gran peligro para nuestros hermanos ha sido el de depender de los hombres y hacer de la carne su brazo. Los que no han tenido el hábito de escudriñar la Biblia por sí mismos o pesar la evidencia, tienen confianza en los dirigentes y aceptan las decisiones que ellos toman; y así muchos rechazan los mismos mensajes que Dios envía a su pueblo si estos hermanos dirigentes no los aceptan.

Nadie debe pretender que tiene toda la luz que existe para el pueblo de Dios. El Señor no tolerará esta condición. Él ha dicho: ‘He aquí, he dado una puerta abierta delante de ti, la cual ninguno puede cerrar’. Aun cuando nuestros dirigentes rechacen la luz y la verdad, esa puerta permanecerá aún abierta. El Señor suscitará a hombres que den al pueblo el mensaje para este tiempo.

La verdad es eterna, y el conflicto con el error sólo manifestará la fortaleza de esa verdad. Nunca hemos de rehusar examinar las Escrituras con aquellos que tengamos razones para creer que desean saber qué es verdad. Suponed que un hermano sostiene un punto de vista que difiere del vuestro, y que viene a vosotros proponiéndoos que os sentéis con él para hacer una investigación de ese punto en las Escrituras. ¿Debéis levantaros llenos de prejuicio y condenar sus ideas mientras rehusáis escucharlo sin prejuicio? El único procedimiento correcto sería el sentaros como cristianos para investigar la posición presentada a la luz de la Palabra de Dios, la cual revelará la verdad y desenmascarará el error. Ridiculizar sus ideas no debilitará su posición en lo más mínimo si fuera falsa, ni fortalecerá vuestra posición si fuera la verdad. Si los pilares de nuestra fe no soportan la prueba de la investigación, es tiempo de que lo sepamos.  Ningún espíritu de fariseísmo debe ser acariciado entre nosotros.

Hemos de abordar el estudio de la Biblia con reverencia, sintiendo que estamos en la presencia de Dios. Toda liviandad y frivolidad debe ser dejada a un lado. Aunque algunas porciones de la Palabra se entienden con facilidad, el verdadero sentido de otras partes no se discierne con rapidez. Debe haber paciente estudio y meditación, y oración ferviente. Todo estudioso, al abrir las Escrituras, debe solicitar la iluminación del Espíritu Santo, y la promesa segura es que será dado.

El espíritu con el cual os aboquéis a la investigación de las Escrituras determinará el carácter de los que os asistan. Ángeles del mundo de la luz estarán con los que con humildad de corazón buscan dirección divina. Pero si la Biblia se abre con irreverencia, con un sentimiento de suficiencia propia, si el corazón está lleno de prejuicio, Satanás está a vuestro lado, y él colocará las declaraciones sencillas de la Palabra de Dios en una luz pervertida.

Hay algunos que se complacen en la ligereza, en el sarcasmo y aun en la burla de los que difieren de ellos. Otros presentan una colección de objeciones a cualquier punto de vista nuevo; pero cuando estas objeciones son claramente contestadas por las palabras de las Escrituras no reconocen la evidencia presentada ni permiten ser convencidos. Sus preguntas no tenían el propósito de llegar a la verdad, sino la mera intención de confundir la mente de los demás.

Algunos han pensado que es una evidencia de agudeza y superioridad intelectual el sumir en la perplejidad las mentes con respecto a qué es verdad. Recurren a las sutilezas de argumentos, al juego de palabras; toman injusta ventaja haciendo preguntas. Cuando sus preguntas han sido claramente contestadas cambian de tema y saltan a otro punto para evadir la necesidad de reconocer la verdad. Debemos cuidarnos de complacer el espíritu que dominó a los judíos. No querían aprender de Cristo porque su explicación de las Escrituras no estaba de acuerdo con sus ideas; por lo tanto llegaron a ser espías en su camino, ‘acechándole y procurando cazar algo de su boca para acusarle’. No traigamos sobre nosotros la terrible denuncia de las palabras del Salvador: ‘¡Ay de vosotros, doctores de la ley! que habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis y a los que entraban impedisteis’...

Los jóvenes deben investigar las Escrituras por sí mismos. No deben pensar que es suficiente que los de más experiencia busquen la verdad y que los más jóvenes pueden aceptarla cuando proviene de ellos, considerándolos una autoridad. Los judíos perecieron como nación porque fueron apartados de la verdad de la Biblia por sus gobernantes, sacerdotes y ancianos. Si hubieran hecho caso a Jesús e investigado las Escrituras por sí mismos no habrían perecido.

Debemos estudiar la verdad por nosotros mismos. No debe confiarse en nadie para que piense por nosotros. No importa de quién se trate, o cuán elevado sea el puesto que ocupe, no hemos de mirar a nadie como criterio para nosotros.

Dios nos pide que dependamos de él, y no del hombre (TM, extractos del capítulo “¿Cómo escudriñaremos las Santas Escrituras?” 105-111, redacción editada).

 

 

Objeción 14: ‘La comprensión de la justificación por la fe de Jones y Waggoner es diferente a la mantenida por la iglesia en la actualidad, lo que es causa de disensión’

 

Por desgracia no existe una posición en nuestra iglesia actual sobre la justificación por la fe, sino varias y enfrentadas. Y eso es el triste fruto de haber rechazado la genuina verdad que el Señor nos envió en 1888 mediante sus “mensajeros delegados”.

Este es un testimonio de Ellen White que parece hoy extrañamente pertinente:

“Las muchas y confusas ideas en relación con la justicia de Cristo y la justificación por la fe son el resultado de la posición que usted ha tomado hacia los hombres y hacia el mensaje enviado por Dios...” (Carta 24 –a Uriah Smith–, 1892; The Ellen G. White 1888 Materials, 1053).

 

 

Objeción 15: ‘Dado que el mensaje ha sido ya aceptado y que toda alusión a Minneapolis o a 1888 produce malestar, ¿no debiera evitarse hablar de ese lugar o esa fecha, de los hechos relacionados con “todo eso”?’

 

El hecho de que produzca malestar, que despierte la animosidad y que se intente ocultar, es precisamente la evidencia irrefutable de que no ha sido aceptado. Los que se adhieren al mito de la aceptación sostienen que fue aceptado pocos años después de Minneapolis (para muchos, unos dos años después). Véase cuál es el testimonio del pastor Daniells, expresidente de la Asociación General, en su libro “Cristo Nuestra Justicia”, escrito en 1924 (38 años después de Minneapolis): “El mensaje nunca fue aceptado ni anunciado, ni le fue dado libre curso en su debida forma para traer sobre la iglesia las bendiciones sin límite que están contenidas en él” (p. 33).

Véase el testimonio de Ellen White a propósito de los sermones dados por A.T. Jones en la Asamblea de 1893, que contienen una solemne y llana exposición del rechazo del que fue objeto el mensaje en 1888, así como un llamamiento a recuperar entonces lo que se perdió cinco años atrás:

“Se me ha dado instrucción para que emplee esos discursos suyos [de A.T. Jones] impresos en los Boletines de la Asociación General de 1893 y 1897, que contienen poderosos argumentos en relación con la validez de los Testimonios, y que sustentan el don de la profecía entre nosotros. Se me mostró que esos artículos serían de ayuda para muchos, y especialmente para aquellos recién llegados a la fe que no han estado familiarizados con nuestra historia como pueblo. Será para usted una bendición el leer de nuevo esos argumentos a los que dio forma el Espíritu Santo” (Carta 230, 1908).

Obsérvese el testimonio de O.A. Olsen (presidente de la Asociación) tras oír uno de esos sermones:

“Algunos se pueden sentir atribulados por la alusión hecha a Minneapolis. Sé que algunos se han sentido agraviados y afligidos por la referencia hecha a ese encuentro y a la situación allí. Pero téngase presente que la única razón para que alguien se pudiera sentir así es un espíritu obstinado por su parte... El mismo hecho de que uno se sienta agraviado delata de inmediato la semilla de la rebelión en el corazón” (General Conference Bulletin, 188).

 

 

Objeción 16: ‘Podemos estar seguros de que Dios nunca enviará luz, de no ser a través de los dirigentes de su iglesia, por lo que basta con atenerse a lo que ellos aprueban’

 

Podemos estar seguros de que Dios nunca dejará sin luz a los dirigentes de su iglesia, pero estar seguros de que ellos siempre la aceptarán equivale a adherirse al dogma papal de la infalibilidad (de los dirigentes de la iglesia). En ninguna época de crisis fue suficiente con atenerse a lo que aprobaron los dirigentes del pueblo de Dios. No bastó en los días de Elías, de Jeremías, de Juan Bautista, del propio Jesús, en los días de la Reforma, del inicio del movimiento adventista, ni en Minneapolis. Es posible que también estemos viviendo hoy en una época de crisis.

“Aquellos que han desempeñado un papel prominente en la obra deben tener gran cuidado con pensar que es imposible que la luz venga al pueblo de Dios si no es a través de ellos” (Signs of the Times, 26 mayo 1890).

Dios elige al que él quiere, para llevar el mensaje” (The Ellen G. White 1888 Materials, 1032, Carta 19d, 1892).

“Dios puede elegir instrumentos que nosotros no aceptemos, debido a que no coinciden exactamente con nuestras ideas… Entonces comienza la disección del carácter” (The Ellen G. White 1888 Materials, 1091).

“Los maestros del pueblo en el tiempo de Cristo estaban plenamente satisfechos con ellos mismos. Mantenían consejos y se animaban uno a otro en sus ideas y opiniones, y Satanás estaba en sus asambleas controlando sus decisiones. Procuraban que el pueblo temiese escuchar las palabras de Cristo. Amenazaban con echar de la sinagoga a aquellos que daban oído a su doctrina, cosa que era considerada por el pueblo como la mayor maldición que sobre ellos podía caer” (Signs of the Times, 26 mayo 1890).

“En el temor y el amor de Dios digo a aquellos ante quienes me tengo hoy, que hay luz acrecentada para nosotros, y que con la recepción de esa luz vienen grandes bendiciones. Y cuando veo a mis hermanos encendidos de ira contra los mensajes y los mensajeros de Dios pienso en escenas similares en la vida de Cristo y de la Reforma. La recepción dada a los siervos de Dios en épocas pasadas es la misma que se da hoy a los portadores a quienes Dios está enviando preciosos rayos de luz. Los dirigentes del pueblo siguen hoy el mismo curso de acción que siguieron los judíos. Critican y cuestionan vez tras vez, y rehúsan admitir la evidencia, tratando la luz que les es enviada de la misma manera en que los judíos trataron la luz que Jesús les trajo” (The Ellen G. White 1888 Materials, 911).

“Sea cuidadoso en cuanto a tomar posición contra el pastor Waggoner. ¿No tiene acaso la mayor evidencia posible de que el Señor ha estado comunicando luz por medio de él? Yo sí la tengo” (The Ellen G. White 1888 Materials, 977).

“En tales casos la mente de un hombre gobierna la mente de otro hombre, y el instrumento humano es separado de Dios y expuesto a la tentación. Los métodos de Satanás tienden a un solo fin: hacer que los hombres sean esclavos de los hombres” (TM, 361).

Jeremías 17:5 nos advierte así: “Maldito el varón que confía en el hombre y pone carne por su brazo”. ¿Por qué? (vers. 6): “No verá cuando viniere el bien”. Ahí encontramos resumida en muy pocas palabras nuestra historia en Minneapolis. ¿La seguimos repitiendo nosotros?

“Siempre ha sido el firme propósito de Satanás eclipsar la visión de Jesús e inducir a los hombres a mirar al hombre, a confiar en el hombre y a esperar ayuda del hombre. Durante años la iglesia ha estado mirando al hombre y esperando mucho del hombre, en lugar de mirar a Jesús en quien se cifran nuestras esperanzas de vida eterna. Por eso Dios entregó a sus siervos un testimonio que presentaba con contornos claros y distintos la verdad como es en Jesús, que es el mensaje del tercer ángel” (TM, 93).

 

 

Objeción 17: ‘La disciplina eclesiástica debe primar sobre una interpretación no “oficial” de la Escritura’

 

Esa fue sin duda la ideología que permitió que tuviera lugar la Inquisición, único fruto posible de la mentalidad papal. Nuestra iglesia, desde su mismo origen, surgió basada en el principio protestante de la primacía de la Palabra. No hay otra forma en la que nuestro pueblo pueda seguir avanzando en la luz.

“Permitid que sea Dios quien hable en su palabra. Si pensáis que vuestro hermano cree un error, debéis tratarlo con consideración manifestando bondad, paciencia y cortesía. Debéis razonar con él a partir de la palabra de Dios, comparando escritura con escritura, considerando cuidadosamente cada partícula de evidencia” (Signs of the Times, 26 mayo 1890).

Objeción 18: ‘Ha sido desafortunado equiparar a Jones y Waggoner con Ellen White en términos de inspiración profética’

 

Habría sido desafortunado si tal cosa hubiera sucedido. Pero no sabemos de nadie que sostenga tal equiparación (ver página 10 de ‘Introducción al mensaje de 1888’). Los hechos son estos, y nos limitamos a señalarlos:

Ellen White calificó a Jones y Waggoner como “mensajeros delegados de Cristo”, “agentes escogidos”, como siendo poseedores de “credenciales celestiales”. Dijo que rechazar el mensaje que traían era rechazar a Cristo “quien debe ser reconocido en sus mensajeros”.

Sé positivamente que Dios ha dado preciosa verdad a los hermanos Jones y Waggoner en el momento oportuno. ¿Significa que los considero infalibles? ¿Quiero decir con ello que es imposible que hagan una declaración o que tengan una idea que no pueda ser cuestionada o que sea errónea? —No, no hay tal cosa. No digo eso de ningún hombre en el mundo. Sin embargo, afirmo que Dios ha enviado luz, y sed cuidadosos en el trato que le dais” (The Ellen G. White 1888 Materials, 566).

“¿Por cuánto tiempo odiareis y despreciareis a los mensajeros de la justicia de Dios? Dios les ha dado su mensaje. Llevan la palabra del Señor” (The Ellen G. White 1888 Materials, 1341).

 

 

Objeción 19: ‘La insistencia en el tema de “Cristo, justicia nuestra” es una forma de desequilibrio, de ir a los extremos. Está en peligro de convertirse en una obsesión, en un monotema’

 

“El gran pecado de los que profesan ser cristianos es que no abren el corazón para recibir el Espíritu Santo. Cuando las almas tienen ferviente deseo de Cristo y procuran hacerse uno con él, los que se conforman con una forma de piedad exclaman: ‘Sed cuidadosos, no vayáis a los extremos’” (The Ellen G. White 1888 Materials, 1250).

“...la reunión de Minneapolis... la justificación por la fe, Cristo nuestra justicia... el Hno. Jones habló acerca del tema... este mensaje de luz y verdad que ha venido a nuestro pueblo es precisamente la verdad para este tiempo... Todo otro tema se hunde en la insignificancia” (1 MS, 424).

“Si mediante la gracia de Cristo su pueblo se transforma en recipientes nuevos, él los llenará con vino nuevo. Dios concederá luz adicional y se recuperarán verdades antiguas, que serán repuestas en el armazón de la verdad, y dondequiera vayan los obreros, triunfarán. Como embajadores de Cristo han de escudriñar las Escrituras para investigar las verdades que se hallan ocultas bajo los escombros del error. Y han de comunicar a otros cada rayo de luz que reciban. Habrá un solo interés prevaleciente, un solo propósito que absorberá todos los demás: Cristo, justicia nuestra” (Hijos e hijas de Dios, 261).

“No me propuse saber algo entre vosotros, sino a Jesucristo, y a este crucificado” (1 Cor 2:2).

 

Objeción 20: ‘No veo la importancia del mensaje traído por Jones y Waggoner: siempre he comprendido y aceptado la justificación por la fe’

 

¿Para quién debe estar escrito Apocalipsis 3:17? ¿Y para quién 1 Corintios 8:2? “Si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saber”.

Un año después de las presentaciones de Minneapolis, Ellen White escribió: “El mensaje presente, la justificación por la fe... No hay uno en cien que entienda por sí mismo la verdad bíblica sobre este tema que es tan necesario” (1 MS, 422).

Casi todos estamos seguros de formar parte de ese menos que “uno en cien” que lo entiende (y que lo acepta). No decimos que sea imposible... pero reconozcamos que ¡es improbable! ¿Te gustaría saber cuál fue la posición de U. Smith y G. Butler, los dos grandes campeones del rechazo al mensaje de la justificación por la fe tal como lo presentaron Jones y Waggoner en 1888? —No veían importancia alguna en el mensaje, dado que ellos ‘siempre habían creído y aceptado la justificación por la fe’.

 

 

Objeción 21: ‘Por algo debe ser que ese mensaje suele despertar la controversia...’

 

Efectivamente. La causó desde que fue dado en Minneapolis, y la seguirá causando mientras el Señor lo siga enviando y mientras siga siendo resistido. Esta es la razón:

“¿Qué es justificación por la fe? Es la obra de Dios que abate en el polvo la gloria del hombre, y hace por el hombre lo que este no puede hacer por sí mismo” (TM, 456).

 

 

 

Objeción 22: ‘No veo necesidad alguna del mensaje dado en Minneapolis en la era de 1888, ya que yo encuentro toda la verdad en la Biblia’

 

Efectivamente, está en la Biblia. Quizá simplemente debiera felicitarte por haberlo encontrado ahí. No obstante, no estoy seguro de poder darte la enhorabuena antes de preguntarte qué pensarías de alguien que afirma no necesitar el Nuevo Testamento debido a que toda la verdad que contiene está de hecho ya en el Antiguo. O que no necesita los escritos del Espíritu de Profecía por idéntico motivo. También quisiera preguntarte: El mensaje que presentaron Jones y Waggoner, ¿de dónde era? ¿del cielo, o de los hombres?

No podrás eludir indefinidamente esa cuestión. Si era de Dios, ¿te sentirás cómodo cuando él te pregunte qué hiciste con esa luz que él envió “en su gran misericordia”?

“El hombre no vivirá sólo de pan, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre” (Deut 8:3).

 

Objeción 23: ‘Es preferible seguir ocultando esa parte de nuestra historia. Es preferible que nuestros miembros, particularmente los nuevos miembros, ignoren esos hechos’

 

Se debe recordar que Esteban fue apedreado por recordarle su historia al pueblo de Israel.

¿Puedes señalar un solo lugar en el que el registro sagrado haya preferido ocultar alguna parte de la historia del pueblo de Dios? La religión cristiana es una religión revelada. Dios la ha revelado en la historia. Los grandes hitos han estado siempre relacionados con momentos, con lugares y con personas. No es posible captar la justicia por la fe y olvidar a Abraham. No es posible entender la ley e ignorar el Sinaí. No es posible intentar conocer a Dios y desechar la historia sagrada, la forma como condujo al pueblo de Israel. No es posible comprender el sacrificio infinito y ocultar el Calvario... ¿Cuál es la virtud de ocultar Minneapolis, 1888, e intentar seguir como si no hubiera sucedido nada, siendo que estamos cada vez más necesitados de lo que allí se despreció? ¿Estamos hoy alumbrando la tierra con el conocimiento de la gloria de Dios?

Repetimos aquí esta declaración de Ellen White:

Se me ha dado instrucción para que emplee esos discursos suyos impresos en los Boletines de la Asociación General de 1893 y 1897, que contienen poderosos argumentos en relación con la validez de los Testimonios, y que sustentan el don de la profecía entre nosotros. Se me mostró que esos artículos serían de ayuda para muchos, y especialmente para aquellos recién llegados a la fe que no han estado familiarizados con nuestra historia como pueblo. Será para usted una bendición el leer de nuevo esos argumentos a los que dio forma el Espíritu Santo” (Carta 230, 1908).

Puedes leer esos sermones en los vínculos precedentes, o bien en www.libros1888.com.

 

 

Objeción 24: ‘Ese mensaje produce disensión, por lo tanto, perturba la unidad y se lo debe silenciar’

 

La introducción de la verdad siempre se ha acompañado de disensión; pero no porque la verdad produzca la disensión, sino debido a que unos la rechazan y otros la aceptan. No necesitamos la paz del cementerio. Según la descripción que hace el Testigo fiel y verdadero de Apocalipsis a propósito de Laodicea, nuestro gran problema es la tibieza. La verdad es lo único que puede disipar esa falsa paz a la que tanto apego han tenido siempre los falsos profetas, y que mantiene a la iglesia espiritualmente dormida.

La verdadera paz vendrá al pueblo de Dios cuando por medio del celo unido y la oración ferviente resulte perturbada la falsa paz que en gran medida existe... Los que están bajo la influencia del Espíritu de Dios no serán fanáticos sino serenos, firmes, libres de extravagancia. Pero todos aquellos quienes han tenido la luz de la verdad brillando en contornos claros en su camino, sean cuidadosos en clamar: Paz y seguridad. Sean cuidadosos en dar el primer paso para suprimir el mensaje de la verdad. Sed cuidadosos con la influencia que ejercéis en este tiempo. Los que profesan creer las verdades especiales necesitan estar convertidos y santificados por la verdad. Como cristianos somos hechos depositarios de verdad sagrada, y no hemos de mantener la verdad en el atrio exterior, sino traerla al santuario del alma. Entonces la iglesia poseerá vitalidad divina por doquier. El débil será como David, y David como el ángel del Señor” (Carta a U. Smith; The Ellen G. White 1888 Materials, 1014).

 

Jesús dijo: “¿Pensáis que he venido a la tierra a dar paz? No, os digo; mas disensión” (Luc 12:51).

Si bien hemos de procurar la unidad, no la hemos de procurar a cualquier precio. Especialmente no al precio de sacrificar la verdad, porque Cristo es la Verdad. Queremos estar unidos en la Verdad, en Cristo. Estar unidos contra él no tiene virtud alguna. Eso se ha producido en demasiadas ocasiones, una de ellas en las escenas previas a la crucifixión: la opción de la unidad fue allí el indulto a Barrabás para poder condenar a Jesús. También se dio al pie del Sinaí, cuando Aarón fundió el becerro de oro para que fuese adorado como dios de Israel.

La acusación de producir división ha sido el argumento universal del fanatismo religioso contra los que han sido fieles a Dios. Acab acusó así a Elías: “¿Eres tú el que alborotas a Israel?” (1 Rey 18:17). De una u otra forma es una acusación que han debido enfrentar los siervos fieles de Dios en toda época. “Entonces hablaron los sacerdotes y los profetas a los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: En pena de muerte ha incurrido este hombre; porque profetizó contra esta ciudad, como vosotros habéis oído con vuestros oídos” (Jer 26:11). ¿Cuál fue la acusación del papado contra los reformadores?

La falsa paz, la tibieza, que es el problema más grave de Laodicea, es la más fuerte tentación a la que hemos de hacer frente como pueblo. El deseo de buscar aquello que “nos conviene” está en nuestra propia carne. No hace falta mirar más lejos de cada uno de nosotros. El pensar en términos humanos en lo que nos conviene como pueblo puede llevarnos al error más lamentable:

 “Ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación se pierda” (Juan 11:50). Cuando pensamos en salvar la nación de acuerdo con nuestra sabiduría humana, estamos en grave peligro de hacer la voluntad del enemigo y seguir el curso de Caifás.

Esta es la auténtica causa de las temibles divisiones:

Murmuradores, querellosos, andando según sus deseos; y su boca habla cosas soberbias, teniendo en admiración las personas por causa del provecho. Mas vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes han sido dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo; Como os decían: Que en el postrer tiempo habría burladores, que andarían según sus malvados deseos. Estos son los que hacen divisiones, sensuales, no teniendo el Espíritu” (Judas 16-19).

 

 

 

 

Objeción 25: ‘No hay un interés “oficial” por ese mensaje. No ha logrado impronta significativa en el cuerpo ministerial y docente. Ha fracasado en lograrlo, quedando sólo como una opción apropiada para excéntricos y fanáticos’

 

La iglesia ha sido bendecida con un mejor conocimiento del mensaje y de su historia. Hace 50 años, afirmar que el mensaje fue rechazado en Minneapolis era causa de escándalo. Hoy sólo los más obtusos se niegan a aceptar el hecho. También se acepta hoy el hecho de que Cristo murió el equivalente a la muerte segunda de cada pecador, que “gustó” la muerte que es la paga del pecado; no meramente el “sueño” o descanso de la primera muerte. Eso abre grandes horizontes y permite ampliar nuestra visión sobre las dimensiones de los encantos incomparables de Cristo demostrados en su sacrificio expiatorio.

No nos parece justo hablar de desinterés oficial por ese mensaje. Como ejemplo, el libro 'Introducción al mensaje de 1888' (R.J. Wieland) fue publicado o impreso por las tres casas editoras adventistas oficiales (Southern Publishing, Review & Herald, y Pacific Press). Se ha publicado oficialmente ‘The Ellen G. White 1888 Materials’: más de 1.800 páginas escritas por Ellen White en relación con el mensaje, con sus mensajeros o con su historia. El supuesto “fracaso” es discutible. Recibimos personalmente innumerables manifestaciones de aprecio, de parte de consagrados dirigentes de nuestra iglesia, quienes se congratulan por ver facilitado el conocimiento de ese mensaje “preciosísimo”. Dios está al timón de su iglesia. Pero no podemos ignorar los tiempos peligrosos que nos esperan ni podemos olvidar escenarios similares a los evocados por esta objeción, en la vida de Jesús en esta tierra:

“Entonces los fariseos les preguntaron: ¿También vosotros habéis sido engañados? ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes o de los fariseos? Pero esta gente que no sabe de la ley, maldita es” (Juan 7: 47-49).

“Vivimos en tiempos de peligro. Nuestra única seguridad está en caminar en las huellas de Cristo y llevar su yugo. Tiempos turbulentos están delante de nosotros. En muchos casos los amigos se enemistarán. Sin causa alguna, los hombres llegarán a ser nuestros enemigos. Los motivos del pueblo de Dios serán tergiversados no solamente por el mundo, sino también por sus propios hermanos. Los siervos de Dios serán colocados en situaciones difíciles. A fin de justificar la conducta egoísta e injusta de los hombres se hará una montaña de una insignificancia.

La obra que los hombres han hecho fielmente será desacreditada y desestimada, debido a que sus esfuerzos no son acompañados por una aparente prosperidad. Por medio de tergiversaciones estos hombres serán vestidos con los oscuros ropajes de la deshonestidad debido a que circunstancias que están más allá de su control confundieron su obra. Se los señalará como hombres en quienes no se puede confiar. Y esto lo harán los miembros de la iglesia. Los siervos de Dios deben armarse con la mente de Cristo. No deben esperar que escaparán del insulto y la tergiversación. Se los tildará de excéntricos y fanáticos” (Alza tus ojos, 175).

 

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