Querido amigo y amiga:

Sucede siempre DESPUÉS. Creo haber cumplido mi deber y siento una cierta satisfacción por haber representado dignamente al Señor ante las personas (quizá después de haber dirigido una predicación), pero DESPUÉS... Después llego a casa y puedo meditar más reposadamente... y veo nuevamente que el "yo" se infiltró y estropeó en gran medida ese día.

Las personas pueden no haberlo notado, pero cuando hago la pausa necesaria y oro "en secreto" a "nuestro Padre que estás en los cielos" y me encuentro a solas con él, sé que él conoce perfectamente que en algún momento lo privé de su gloria, y también cuánto lo lamento ahora.

No puedo por menos que pedirle perdón, y que me de la victoria sobre el "yo" la próxima vez. Pero el "perdón" no resulta aquí suficiente. El Señor puede seguir perdonándome vez tras vez mientras sigo cayendo. Lo que mi alma desea ardientemente es la victoria sobre el amor al "yo". ¡Cuánto anhelo esa gracia del Señor que me permita predicar sin que el "yo" estropee la presentación!

La Biblia contiene predicaciones en las que el "yo" no hizo su fea incursión, y que se tienen en la belleza de su perfección. Un notable ejemplo es el sermón de Jesús sobre el monte que puedes leer en Mateo, capítulos 5 al 7. La noche siguiente, Jesús podía acostarse a dormir en la segura confianza y gratitud a su Padre celestial por la bendición. Nadie pudo jamás convencerle del pecado de la glorificación del "yo" (Juan 8:56).

Te propongo asimismo que analices el sermón que dio Esteban ante el sanedrín -el comité de rango superior en la nación judía- tres años y medio después de que Jesús hubiera orado así por ellos: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34; Hechos 6:15 al 7:60). Ahora bien, ese fue el ÚLTIMO sermón de Esteban: la bendición que pronunció se encontraba en su muerte. Tenemos ese sermón registrado, y está libre de toda contaminación con el "yo".

Ningún profeta de Baal podría haber predicado un sermón como ese, ni tampoco proclamar al mundo el mensaje de Apocalipsis 18 que hace que la tierra sea "alumbrada con su gloria", preparando a un pueblo para encontrase con Jesús en su segunda venida.

R.J.W.