Querido amigo y amiga:

Cuando el Señor promete enviarnos "al profeta Elías antes que venga el día de Jehová" (Mal. 4:5), lo anuncia a fin de que comprendamos las implicaciones del hecho a partir del conocimiento de la historia: la de Elías literal y la nuestra, y estemos así preparados para nuestra implicación personal en el evento.

El Señor envió la bendición de Elías la primera vez, pero los dirigentes de Israel excitaron al pueblo en su contra, y suscitando esa oposición, Satanás tuvo éxito en impedir que fluyera hacia nuestros hermanos precursores, en gran medida, el poder especial del Espíritu Santo que Dios anhelaba impartirles mediante el ministerio de Elías.

Es bien sabido que Dios tenía el propósito de que Israel fuera una luz en el mundo de entonces, y les envió a Elías como a su delegado celestial, a fin de que les comunicara esa bendición. Pero fue resistida la luz que había de alumbrar toda la tierra con la gloria del Señor, y en gran medida fue mantenida lejos del mundo por el proceder del propio pueblo que lo debía representar.

Si Satanás tuvo entonces éxito mediante Acab y Jezabel en neutralizar el mensaje y ministerio de Elías en gran medida, durante el período de aquella gran hambre de tres años y seis meses (Sant. 5:17), podemos esperar que el mismo enemigo de Cristo haga todo cuanto esté a su alcance para neutralizar la obra de ese "Elías" que el Señor ha de enviar "antes que venga el día de Jehová" (hoy).

Pero aquellos que aprecien y crean el preciosísimo mensaje que el Señor, en su gran misericordia, enviará mediante "Elías", no tienen por qué desesperar hoy, por más que Satanás busque de toda forma posible la destrucción de "Elías". La palabra del Señor tiene hoy el mismo poder que siempre tuvo. Es la misma que "dijo, y fue hecho; mandó, y existió", y la profecía de Malaquías hallará su cumplimiento tan ciertamente como todas las demás. Algún o algunos agentes humanos responderán al Espíritu Santo, tal como hizo Elías en su día; el yo resultará crucificado con Cristo. "Elías" estará de nuevo dispuesto a entregarse a la verdad del Señor de una forma en que el mundo calificaría de insensata (2 Cor. 11:16 y 23), y honrará a Quien todo lo entregó para redimirnos, tal como hizo el profeta hace siglos.

El nuevo "Elías" tendrá un arroyo de Querit donde refugiarse. Inesperados cuervos lo alimentarán, quizá con manjares de la mesa de "Acab". El Señor le proveerá una viuda en Sarepta, que lo sostenga en su abyecta pobreza, hasta tanto llegue el esperado Carmelo.

Apréstate a estar valientemente en pie junto a él, cuando confronte a Israel en la experiencia del monte Carmelo. Esta vez sería demasiado tarde si decidieras permanecer en silencio con los 7.000 (1 Rey. 18:21; 19:18). Bien pudiera ser que el Señor considere la neutralidad, en época de crisis, como la peor hostilidad contra él (Jueces 5:23). Ante una gran bendición, ante un gran desafío, ante un gran ejemplo o una gran infidelidad, ¿puedes imaginar alguna reacción por nuestra parte, peor que "no hacer nada"? ¿Fue esa la "mente de Cristo", y es eso lo que merece su sacrificio eterno por nosotros? (Fil. 2:5-7).

R.J.W.-L.B.