Querido amigo y amiga:

La Biblia lo aclara más allá de toda duda: en el cielo hay tres personas que vivieron en los tiempos del Antiguo Testamento. (1) Enoc, quien "fue traspuesto para no ver muerte" (Heb. 11:5) debido a que caminó con Dios (Gén. 5:24). (2) Moisés, quien estuvo a punto de ser igualmente trasladado, pero que debió morir sobre el monte Nebo, siendo después resucitado de una forma singular por "el arcángel Miguel" [Cristo] (Judas 9). (3) Elías, que fue también trasladado al cielo sin ver muerte (2 Rey. 2:11). Todos los demás que murieron en tiempos del Antiguo Testamento, "duermen" en sus tumbas hasta la primera, o bien la segunda resurrección. Algunos de ellos resucitaron cuando lo hizo Cristo (Mat. 27:52 y 53).

Moisés y Elías fueron enviados en esa misión especial, para conversar con Jesús antes de su crucifixión (Mat. 17:1-5).

¿Por qué es Elías -y no Moisés ni Enoc- quien ha de sernos enviado "antes que venga el día de Jehová, grande y terrible" (Mal. 4:5 y 6). En los días de Elías, Israel era el "cuerpo" de Cristo, y se había deslizado en una grave apostasía sin apercibirse de ello. El "Testigo fiel y verdadero" dice a la moderna Laodicea (también el "cuerpo de Cristo") que ha caído en una seria situación de "no sabes". Es decir, padece una grave falta de percepción acerca de su verdadera condición ante Dios y ante el universo –una condición de lamentable "desnudez" del alma (Apoc. 3:14-21). No es un asunto menor, sino un auto-engaño colosal.

Elías tuvo una experiencia singular al deber enfrentarse con la adoración a Baal en los días de Acab, cuando la aparente prosperidad del pueblo de Dios hacía impensable que el Señor no los estuviera bendiciendo con su presencia y dirección. Esa lucha se pone de relieve en el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6-12, que prepara a un pueblo para enfrentarse exitosamente con la prueba final de la marca de la bestia y el fin del tiempo de gracia.

Si ha de ser Elías personalmente quien dirija una batalla similar, no lo sabemos; el mensaje de Juan Bautista cumplió esa misma labor precisamente antes de la venida de Cristo por primera vez. Ahora, inmediatamente antes de la segunda venida de Cristo, se ha de proclamar de nuevo una denuncia inequívoca de la adoración a Baal: "Salid de ella [Babilonia], pueblo mío", dice el Señor (Apoc. 18:4). "Elías" será leal a la iglesia, pero la lealtad incluye la fidelidad a la verdad, por más sacrificios que requiera.

Asegurémonos de conocer personalmente al Espíritu Santo, de reconocer su presencia, y de saber discernir cuándo y dónde está ausente.

R.J.W.-L.B.