Querido amigo y amiga:

En las cortes paganas de los antiguos reyes de Persia uno podía ser enviado a la cárcel por mostrar un semblante triste. Era imprescindible comparecer con una sonrisa perenne en el rostro, y evidentemente la broma y la comedia estaban a la orden del día.

La Biblia nos habla de Nehemías, que servía en la presencia del rey, y que temió debido a que era demasiado sincero como para aparentar aquella falsa sonrisa, siendo que su corazón estaba quebrantado al ver comprometido el honor de Dios en la ruina de Jerusalem (Neh. 2:1-3). Dios ama la sinceridad, incluso si eso significa dar expresión a la realidad de un corazón quebrantado. Leemos en el Salmo 34:18: "Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón y salva a los contritos de espíritu".

Suena más bien extraño en el 2005, ¿no es así? Suponemos que el Señor está con los sonrientes, con los felices. ‘Si no estás rebosando de alegría, algo debe andar mal en tu "relación con Cristo"...’

Muchos asumen que el quebranto de corazón es virtualmente pecado. Pero el Salmo 51:17 nos habla del favor especial del Señor hacia los afligidos: "Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios".

¿Supo Jesús lo que es tener el corazón quebrantado? No en el sentido de ceder a la incredulidad pecaminosa, desde luego; pero leemos que él tomó sobre su gozoso corazón el quebranto de nuestros corazones. Leemos, por ejemplo, que fue "despreciado y desechado entre los hombres" y sufrió por ello, ya que fue un "varón de dolores, experimentado en sufrimiento" (Isa. 53:3). No puedes referirte al hecho de tener una ‘relación con Jesús’ en la ignorancia de ese aspecto de su carácter y experiencia. Cuanto más cerca estés de él, más apreciarás esa verdad. Y debido a su inmensa tristeza en la cruz, leemos que fue objeto de desprecio por parte de la raza humana: "Nosotros lo tuvimos por azotado, como herido y afligido por Dios" (vers. 4). "Nosotros" habríamos querido un Mesías siempre sonriente, no uno con el corazón quebrantado. ¿Qué decir de su gran corazón de amor ahora? ¿Simpatiza con todos los dolientes, con los que sufren en la tierra? –Ciertamente. Sabiendo que el dolor y el sufrimiento es fruto del pecado, anhela ponerles fin, poniendo fin al pecado. Cuanto más cerca de él estemos, más compartiremos esa misma preocupación suya.

"Bienaventurados los que lloran, porque recibirán consolación" (Mat. 5:4).

R.J.W.