Querido amigo y amiga:

Muchos se preguntarán: ¿Podría ser el terrible desastre que ha afectado al menos a cinco países de Asia, el "gran terremoto" descrito en Apocalipsis 6:12? "Miré cuando abrió el sexto sello, y hubo un gran terremoto..."

Ese particular "gran terremoto" se encuentra localizado de forma precisa en la cadena de eventos proféticos claramente reconocibles en la historia: viene al comienzo del "sexto sello" que a su vez sigue al quinto, que incluye a persecución del pueblo de Dios protagonizada por el papado durante los 1260 años de la Edad Media (vers. 9-11).

El momento de tal terremoto está especificado en la palabra profética como al principio de un grupo de eventos naturales y sobrenaturales que incluyen el oscurecimiento del sol (19 de mayo de 1780), y el episodio sin parangón de la "caída de estrellas" (del 13 de noviembre de 1833). Jesús se refirió de forma aún más concreta a esos eventos, como anunciando su inminente segunda venida: "Pero EN aquellos días, DESPUÉS de aquella tribulación, el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor. Las estrellas caerán del cielo..." (Marc. 13:24). "En aquellos días" es una referencia a los 1260 días/años de la profecía de Daniel (7:25). Las persecuciones sangrientas cesaron antes del final exacto de esos 1260 años (1798), tal como el propio Jesús había predicho: "Si aquellos días no fueran acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados" (Mat. 24:22). De hecho, los peores martirios finalizaron alrededor del 1750.

Debemos recordar la forma en que el Espíritu Santo guió la comprensión de la profecía a lo largo de los siglos: devotos, consagrados estudiosos de la Biblia reconocieron esas señales al cumplirse en sus días, y supieron que ocurrían en el preciso momento anunciado.

Pero de cualquier manera, este tremendo desastre que se ha cobrado ya más de 150.000 vidas humanas es el más terrible, en cifra de víctimas, desde el diluvio de Noé, o al menos desde la destrucción de Sodoma y Gomorra (el gran terremoto de Lisboa de 1755 "sólo" produjo 30.000 víctimas mortales, conmoviendo al mundo entero entonces, lo mismo que sucede ahora en esta catástrofe). Estamos en el tiempo del cumplimiento de los eventos del fin. El pueblo de Dios no verá casualidades ni fatalidades, sino que prestará atención a la voz del Señor y vivirá de forma consecuente.

En todo el mundo, las fiestas de fin de año se han visto en gran parte sustituidas por actos de reconocimiento y contrición por las víctimas y sus familiares. La oración es siempre un sustituto apropiado a las fiestas y celebraciones. Un rasgo que caracteriza a los jóvenes, adolescentes y niños, es el de no estar especialmente preocupados por la preservación de su vida. Aunque sin reflexionar mucho en ello, se creen poseedores de cierta inmunidad a la muerte que les evita incluso pensar en ella como en una posibilidad inmediata. Pero más de una tercera parte de las víctimas han pertenecido en esta ocasión a ese grupo, y la Biblia nos repite con insistencia que estamos viviendo continuamente a un minuto de la eternidad. Cuando un tsunami moral volteó al malvado rey Acab, finalmente el arrogante monarca de Israel humilló su corazón y anduvo compungido por un tiempo (1 Reyes 21).

El tsunami de año nuevo ha hecho entrar en razón al mundo... por un tiempo. Lo que Dios quiere que comprenda cada persona es que en su providencia, todos hemos estado viviendo en el gran Día cósmico de la Expiación ya por más de un siglo. Las fiestas y celebraciones eran totalmente inapropiadas en el día anual de la expiación, eran lo contrario al ayuno y aflicción decretados, debido a que esos días solemnes tenían que ser símbolos que prefigurasen la realidad que hoy vivimos, y que comenzaría al final de los 2300 años predichos en la profecía de Daniel (que Jesús nos invitó a leer y entender, Dan. 8:12; Mat. 24:15). "Como en los días de Noé", anunció Jesús que serían los que precederían su segunda venida (comer, beber, casarse y darse en casamiento, etc).

Isaías describe el chasco del Señor, cuando olvidamos sus llamados solemnes a una vida sobria, en correspondencia con el Día de la Expiación preparatorio para su inminente regreso: "El Señor... llamó en este día a llanto y a lamentación... mas [en lugar de eso] hubo gozo y alegría matando vacas y degollando ovejas, comiendo carne, bebiendo vino y diciendo: ‘¡Comamos y bebamos, porque mañana moriremos!’ Esto fue revelado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos: ‘Este pecado no os será perdonado hasta que muráis’" (22:12-14). Vivamos a la altura del conocimiento que Dios nos ha dado, y no privemos al mundo de ese conocimiento que significa salvación eterna.

R.J.W.-L.B.