Querido amigo y amiga:

A principios del siglo XIX ocurrió un gran despertar religioso, tanto en América como en Europa. Sus protagonistas fueron los libros de Daniel y Apocalipsis. De forma simultánea, en muchos países, las imprentas comenzaron a expresar una espontánea convicción de que esos dos libros habían dejado de estar "sellados". ¡Se los podía comprender!

José Wolf, un adolescente judío de mente inquisitiva, oyó a sus mayores lamentarse debido a que "Israel" había sido castigado por sus pecados. "¿Qué pecados?" –preguntó en su inocencia. "¡Nuestros padres mataron a los profetas!" –fue la respuesta.

Un vecino cristiano de la familia Wolf dijo entonces al joven, cuya inquietud no había hecho sino aumentar: "José, la razón por la que los judíos sois oprimidos, es porque tus antepasados rechazaron y asesinaron al verdadero Mesías, a Jesús de Nazaret. Haz algo tan sencillo como leer Isaías 53, ¡y comprenderás por ti mismo la verdad!"

El joven se fue a casa, lo leyó y... lo comprendió. Entonces preguntó a su padre cuál era el significado de Isaías 53 en relación con Jesús de Nazaret. El padre le reprendió con severidad en estos términos: "¡Nunca se te ocurra volver a hacer esa pregunta!" Eso precipitó la conversión al cristianismo del reflexivo joven, quien vino a ser posteriormente un activo misionero en extensas regiones de Oriente Medio. Descubrió en la Biblia que estamos viviendo en "el tiempo del fin", y que Jesús va a regresar pronto. ¡Cobraban sentido Daniel y Apocalipsis!

Intrínsecamente unida a esos dos despertares tan fenomenales y tan separados a la vez, se suscitaba la cuestión: "¿Qué es la verdad? ¿Qué enseña realmente la Biblia?"

La labor de esos pioneros, y también la de Lutero y Calvino, ha de avanzar hasta alcanzar su pleno desarrollo en la preparación de un pueblo para el regreso de Jesús. Y hoy, una vez más, la cuestión es: ¿Qué dice la Biblia? En el seno de la cristiandad reina ahora una confusión sólo comparable a la de aquella época. Si tu iglesia no es una muy notable excepción, estará igualmente afectada por la confusión y el desacuerdo. Pero pocas plegarias pueden agradar tanto al Señor como tu clamor por comprender la verdad, si va acompañado de una sincera disposición a estudiar y aprender. "Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres", dijo Jesús (Juan 8:32).

En tiempo de crisis es pecado no estar hambriento y sediento de justicia (o de verdad, ver Mateo 5:6). Cada uno de nosotros debe investigar y estudiar por sí mismo, aunque descubramos cuán impopular puede llegar a ser la verdad!

R.J.W.