Querido amigo y amiga:

En cierto momento del ministerio de Jesús en esta tierra, "grandes multitudes iban con él" (Luc. 14:25). Sin embargo, en contra de lo que la mente terrenal aconsejaría, "volviéndose", Jesús dijo a los que le seguían: "Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo" (vers. 26). Palabras severas. ¿Qué significado podían tener? ¿Acaso está Jesús interesado en hacer tan difícil como sea posible que seamos sus discípulos? ¡Así podría parecer, a primera vista!

El sentido común hace claro lo que significa: que tu esposo o esposa, tu novio o novia, tus padres y amigos, tu propia vida, nunca han de ocupar el primer y único puesto que sólo a Cristo corresponde. Ahora bien: una cosa es comprenderlo, y otra que suceda así...

A continuación, Jesús les amonestó a que no comenzaran un proyecto a menos que tuvieran lo necesario para concluirlo. Si eres el rey, no te embarques en una guerra a menos que dispongas de los recursos para asegurar la victoria final. Pero sobre todo: ¡No digas al mundo que eres mi discípulo, a menos que hayas renunciado a todo lo que posees! (vers. 28-33). Dicho de otro modo: No pienses que es suficiente con ser un tibio laodicense que desea el cielo sin romper las amarras con el mundo. No vivas en el engaño: Entrégate al mundo completamente, o bien entra en un compromiso digno del que yo hago al tomar la cruz para salvarte. Jesús tenía toda la razón al presentar la entrega en esos términos. Su vida no fue ningún juego. Fue lo más serio y solemne que quepa imaginar, y nuestra entrega a él no lo debiera ser menos.

Idolatrar a una persona es quebrantar el primer mandamiento. Adán idolatró a su bella y encantadora esposa, Eva; la puso en primer lugar, y llevó a toda la raza humana a la idolatría pecaminosa. La idolatría actual de Laodicea hace que Jesús sienta náuseas (Apoc. 3:14-18), a pesar de que la membresía de iglesia mundial se cuente por millones. ¿Por qué es Dios tan "celoso" de cualquier persona o cosa que pueda ser nuestro "ídolo"?

La pura verdad es que Jesús descendió hasta el "infierno", murió la segunda muerte que nos correspondía, se vació hasta su último suspiro para salvarnos de la ruina del pecado. Nada tiene de extraño que sienta nauseas al ver cómo nos unimos a las "grandes multitudes" que se reúnen en torno a él, pero prefiriendo a sus padres, cónyuges, novios, amigos o a ellos mismos antes que a Cristo. ¿Qué esposo honesto y amante no se sentiría defraudado si supiera que su compañera prefiere a otro antes que a él? ¿Te sentirías feliz al conocer una devoción hacia ti caracterizada por esa tibieza, de parte de la persona a la que amas?

Esa hipocresía ha venido dándose desde hace muchos años, al menos desde los tiempos de Lucas 14. Afecta de forma lamentable a la iglesia de Cristo del tiempo del fin. No parece irrazonable que nos confronte con la necesidad de tomar una decisión consistente: o bien totalmente de un lado, o totalmente del otro.

Sí. Pronto estaremos asistiendo al juicio más increíble de la historia de este mundo, desde la entrada del pecado. Las grandes multitudes que seguían a Jesús descritas en Lucas 14, jamás soñaron que unas pocas semanas después serían capaces de exigir a gritos su crucifixión. Sigilosamente, como ladrón que llega a media noche, la gran prueba nos sobrecogerá. Se hará manifiesto quién ha estado ocupando el primer lugar en nuestros corazones.

"Examinaos a vosotros mismos, para ver si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos? ¿No sabéis que Jesucristo está en vosotros? ¡A menos que estéis reprobados!" (2 Cor. 13:5). Las buenas nuevas: estamos a tiempo de hacer lo que dice 2ª de Corintios, siempre que lo hagamos HOY.

R.J.W.