Querido amigo y amiga:

La Biblia nos habla de dos hermanas inolvidables. La mayor, Marta, se presenta como una persona enérgica y decidida, siempre nerviosa y ocupada en cocinar alguna cosa, y fácilmente irritable debido a que su hermana María no cooperaba en las labores del hogar como ella esperaba. Encontramos su historia en Lucas 10:38-42. Marta fue la anfitriona de un gran banquete (Juan 12:2). Mujer valiosa sin duda, trabajadora infatigable. Pero se perdió algo de importancia vital.

Jesús apreciaba encontrarse alojado en "casa" de Marta, en Betania –una zona residencial en las afueras de Jerusalem-. Para Jesús significaba un alivio en su pesada misión, abrumado por enfermos en procura de salud, y perseguido por los continuos celos de los dirigentes judíos. Marta era una "creyente", aunque no especialmente caracterizada por su hambre espiritual.

María, su hermana menor, también se había hecho creyente mientras vivía en el exilio en Magdala –en Galilea-. Reuniendo los diversos fragmentos de su historia resulta evidente que su tío había tenido mucho que ver con la infancia y adolescencia de María (jamás se menciona a su padre; aparentemente estaba fuera de la escena, bien por haber fallecido, o por ser irrelevante -¡algunos padres lo son!-). Su tío Simón había abusado sexualmente de su sobrina María (la historia registra casos similares). María era vulnerable. De haberse hecho público el asunto, la carrera de Simón como dirigente de la iglesia en Jerusalem habría resultado arruinada (¿hace falta recordar que no fue el único dirigente religioso implicado en escándalos de sexo?). Por toda evidencia, María "eligió" el camino de la desesperación. Era una joven inteligente, lo que debió hacer tanto más amarga su desesperación. Más de una mujer se podrá identificar con ella: desarrolló odio hacia el hombre que había arruinado su vida, y aparentemente también hacia el resto de los hombres. Concluyó que no había en el mundo algo así como un amor limpio, puro. Se convirtió en un objeto de desprecio y perdió la autoestima y el control de su mente y de su cuerpo, resultando poseída por "siete demonios" tal como especifica el relato bíblico. Entonces se encontró con Jesús. Jamás había conocido un amor como el que en él había a raudales. Jesús pudo librarla.

Por lo tanto, María no tenía nunca bastante de ese ÁGAPE (la palabra griega para el amor sublime, abnegado). Cuando Jesús fue invitado a "casa" de Marta, María procuraba recibir y aprender de él todo lo que podía sobre el plan de la salvación. Marta solicitó a Jesús que reprendiera a Marta por no estar en la cocina. ¡Pero a Jesús le habría encantado perderse el postre, si podía compartir mejor el "pan" del cielo que era él mismo! Dos mujeres excelentes, pero "María escogió la buena parte", y no le será quitada. Así lo afirmó Jesús. ¡No permitas que la actividad en las cocinas de esta vida te prive del alimento eterno!

R.J.W.