Querido amigo y amiga:

¿Es realmente posible que creer las buenas nuevas de Cristo lo cambie a uno, y haga aparecer bondad allí donde sólo hubo maldad? Así lo afirma la Biblia. Pero ¿cómo sucede?

Efectivamente, no sólo es cierto lo anterior, sino que además es imposible que sea una mala persona aquel que cree las buenas nuevas que Cristo proclama: "No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree" (Rom. 1:16). No se trata especialmente de salvación después de la muerte. La mejor evidencia de que salva después de la muerte, es precisamente ver como "salva" del pecado aquí y ahora.

El secreto parece quedar desvelado en Hebreos 2:14 y 15, donde leemos que Cristo participó de la misma carne y sangre que los hermanos, "para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre". Ese "temor de la muerte" "durante toda la vida", hace que el que es malo se vuelva peor. Lo que Cristo ha logrado no es "destruir" a Satanás (la traducción no es aquí exacta), sino paralizarlo. Satanás sigue vivo, y es fundamental que lo tengamos en cuenta. Sigue tentando y molestando, pero su dominio resulta quebrantado para quien elige creer las buenas nuevas de Cristo. Oye y recibe las auténticas buenas nuevas, y desaparecerá tu temor a la muerte. Serás libre como el pájaro que sobrevuela las montañas.

¿Cómo desaparece el "temor de la muerte"? Creyendo y comprendiendo que el Salvador tomó sobre sí tu sentencia de muerte y la cumplió, y que la muerte que murió es tu segunda muerte: la causa oculta de toda la "servidumbre" que te ha afligido "durante toda la vida".

Resultas liberado de la prisión, eres dado de alta del hospital, desaparece tu sentencia de muerte; como el prisionero que se creía en la cárcel para siempre y es inesperadamente absuelto, quedas libre. ¡Vas a vivir! Aprecias lo que costó a tu Salvador el librarte y sientes grandes deseos de servirle; ahora no te cuesta amar a tus hermanos; la gran alegría de tu vida viene a ser ahora servir a otros, de la misma forma en que el Salvador te salvó. Conoces una vida nueva que el Señor te da como un don eterno, y que sólo tú podrías rechazar o malograr. ¡En todo el universo no hay otro que te la pueda arrebatar!

Sí, creer las buenas nuevas de Cristo es lo único que puede significar una auténtica vida nueva para el año nuevo, una vida que no termine nunca.

R.J.W.-L.B.