Querido amigo y amiga:

¿Puede una enfermedad ser una bendición? No podemos decir que el Señor sea quien la envía; pero él puede convertirla en una bendición. Puede hacer que redunde en un bien. Permanecer despierto en la noche durante horas puede ser una valiosa oportunidad que nos permita "escuchar" cierto consejo de parte del Señor.

David escribió: "Bendeciré a Jehová que me aconseja; aun en las noches me enseña mi conciencia" (Sal. 16:7). Permanecer despierto en la noche puede ser una magnífica oportunidad para hacer frente de antemano al Juicio, mientras estamos aún a tiempo para arrepentirnos. David imploró a Dios que le concediera ese ministerio que prepara para el juicio: "Escudríñame, Jehová, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y mi corazón" (Sal. 26:2). ¡Cuánto mejor, ser "probado" de antemano, como dijo Pablo refiriéndose a "los pecados de algunos hombres [que] se hacen patentes antes que ellos vengan a juicio" (1 Tim. 5:24), que esperar hasta cuando se haya pronunciado sentencia y sea demasiado tarde!

La dolorosa enfermedad que te hace dar vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño, puede ser una maravillosa oportunidad para ser "aconsejado" por el Señor. Puede ser la oportunidad para que afloren aquellas verdades sobre nosotros mismos que el ruido y la vorágine de la vida cotidiana mantiene lejos de nuestra vista. Esa puede ser la ocasión de oro para sincerarse y seguir el consejo inspirado: "Examinaos a vosotros mismos, para ver si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos" (2 Cor. 13:5).

Pero el examen del corazón no ha de ser un ejercicio de introspección autista. "Bendeciré a Jehová que me aconseja", escribió el salmista. Cuando colgaba de la cruz, la naturaleza humana de Jesús hubiera anhelado pasar al descanso como un dulce alivio a su angustia, pero Jesús había de mantenerse en máxima alerta. Lo que hizo fue traer a su memoria la experiencia de su propia vida, desde su nacimiento en un pesebre de Belén (Sal. 22:9 y 10). Él quería que el Padre le "aconsejara" en su hora de oscuridad y aflicción. Rememora tú también esas grandes bendiciones que en tu vida has conocido. Examina tu propia vida a la luz de las providencias divinas. Saldrás de esos encuentros nocturnos disciplinado, aliviado, fortalecido. "Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada" (Sant. 1:5). ¡Buenas nuevas!

R.J.W.