Querido amigo y amiga:

¿Cuál es el mensaje de Juan, a propósito de la muerte de Cristo al "yo"? ¿Cuán tempranamente en el ministerio de Cristo podemos encontrar evidencias de que se negó a sí mismo? Es un estudio cargado de sorpresas y de bendiciones. Es fundamental para captar la fuerza de su invitación: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame" (Luc. 9:23). Sólo puedes hacer eso si lo haces con alegría, y sólo puedes hacerlo con alegría cuando comprendes el gozo con el que Cristo sometió su voluntad a la voluntad de su Padre, para salvarte a ti y a mí. Si nunca leíste el evangelio de Juan, anotando las veces en las que Jesús tuvo que negarse a sí mismo, o las veces en que manifestó que de sí mismo no podía hacer nada y que tenía que remitirse al Padre, te invito a que lo hagas. Un ejemplo es Juan 5:19.

(1) A la edad de 12 años, Jesús murió al yo, cuando dijo: "en los negocios de mi Padre me es necesario estar" (Luc. 2:49). ¿En qué consistía ese "negocio"? En ser "el Cordero de Dios" que habría de morir por el mundo, abandonado de los hombres, y aparentemente también de Dios.

(2) Al ser bautizado en el Jordán, dijo a Juan Bautista: "Así conviene que cumplamos toda justicia" (Mat. 3:15). Juan administraba el bautismo de arrepentimiento. Si tu vida hubiera sido tan pura como la del Hijo de Dios, ¿te habrías sometido gustoso a esa institución, apropiada para un pecador? ¿No te maravilla que eso lo hiciera nuestro Creador y Redentor, Dios hecho carne? Vemos aquí de nuevo la negación del yo. Jesús estaba llevando ya tus pecados y los míos, los de todo el mundo. Estaba tomado "su cruz cada día".

(3) "No busco mi voluntad", dijo en su temprano ministerio, "sino la voluntad del Padre, que me envió" (Juan 5:30). No buscar su voluntad, ¿no es eso negarse a sí mismo? Quizá pueda sorprenderte la idea de que Jesús tuviera una voluntad que estaba en necesidad de ser negada, a fin de seguir la voluntad de su Padre. La Biblia así lo presenta una vez tras otra, desplegando una realidad en el corazón de Jesús que todos, especialmente la juventud, necesitamos desesperadamente conocer. Jesús supo lo que es negar el yo. Escribió un inspirado biógrafo de Jesús: "toda su vida fue de lucha".

(4) "He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió" (Juan 6:38). Considera esto: El Hijo de Dios tomó sobre su naturaleza impecable, nuestra naturaleza pecaminosa (en su condición caída), lo que hacía una necesidad el que muriera el "yo" a fin de poder seguir la voluntad de su Padre. Pablo nos amonesta a "no agradarnos a nosotros mismos" (Rom. 15:1). ¿La razón?: "porque ni aún Cristo se agradó a sí mismo" (vers. 3). Si Jesús nos anima a seguirle negando el yo y tomando nuestra cruz cada día, ¿acaso no lo negaría él, y no tomaría la cruz cada día? "En cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados" (Heb. 2:18). El que nunca pecó, conoce tanto la fuerza como el remedio para cada tentación.

(5) Hacia el final de su vida en esta tierra, aceptó el dictamen del sumo sacerdote: "nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca" (Juan 11:50). Jesús escogió ser ese "hombre".

(6) En Getsemaní, oró: "Padre mío... pero no sea como yo quiero, sino como tú" (Mat. 26:39). Su "yo" debió clamar así: ‘No desperdicies de esa manera tu vida por una humanidad que desprecia tu sacrificio. Vuelve al cielo, a donde perteneces; la raza humana no merece ser salvada’. Pero Jesús negó el yo y escogió salvar nuestra vida, aun al precio infinito de la suya. Llevó la cruz "desde el principio del mundo". El Calvario fue sólo la demostración evidente de ese amor insondable que estudiaremos por la eternidad sin llegar jamás a agotarlo. Quizá no haya nadie mejor que el apóstol Juan, para ayudarnos en ese estudio aquí, ahora.

R.J.W.-L.B.