Querido amigo y amiga:

El mundo de hoy nada quiere saber de Dios, particularmente el mundo intelectual y científico, y también el político. Eso implica la pérdida del verdadero sentido moral de lo bueno y lo malo, en relación con el carácter santo de Dios, quien "es amor".

Tras haber intentado borrar a Dios del horizonte, y tras haber perdido el sentido del bien y del mal, la sociedad ha buscado el sustituto a la moral auténtica: cualquier cosa se juzga buena o mala, simplemente en términos de aceptación por la "mayoría". Si la mayor parte de la sociedad la considera aceptable, "es" aceptable. Esa filosofía no trae la paz, puesto que un grupo social puede considerar totalmente aceptable lo que otro considera abominable. Considérese, por ejemplo, la pena de muerte, la tenencia de armas de destrucción masiva (¿lo es, la bomba atómica?), y un largo etcétera.

Hay además cierta tendencia, ligada a la propia naturaleza humana, que pone aún más en cuestión esa filosofía atea: Al vencedor se le confiere automáticamente la aprobación moral, por más inmoral que se hubiese considerado su acción con anterioridad. Por ejemplo, la comunidad internacional acepta hoy en gran medida la acción militar de Estados Unidos/Inglaterra en Irak, cuando poco tiempo antes la repudiaba, apoyada por una importante mayoría de la población mundial. Si el fenómeno nazi hubiese triunfado, Hitler no sería hoy el paradigma universal del mal social. Naturalmente, son sólo ejemplos de cómo la opinión de la mayoría no puede ser jamás un sustituto de la moral que deriva de conocer el carácter de Dios, tal como nos es revelado en las Escrituras, especialmente mediante su Hijo Jesús, verdadera encarnación de Dios.

Pero aún las comunidades de fe cristianas tenemos el peligro de secularizarnos y transitar los caminos del mundo incrédulo, sustituyendo el "así dice Jehová" por un "así dice la mayoría". ¿Un camino seguro?

Jesús nos advierte de que al juzgar la verdad de Dios, la mayoría está equivocada: "Entrad por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; pero angosta es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan" (Mat. 7:13 y 14). Apocalipsis nos advierte que en los últimos días "la adorarán [a la bestia que representa un poder apóstata y perseguidor] todos los habitantes de la tierra, cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero" (13:8). Jesús dice: "No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino" (Luc. 12:32).

A lo largo de los miles de años de la historia de la humanidad, los leales a Dios fueron siempre pocos. Piensa en el mundo en los días de Noé; piensa en los pocos que fueron salvos en Sodoma y Gomorra; piensa en José entre los doce hijos de Jacob; también en Jeremías enfrentándose en la soledad al rey de Judá; piensa en Jesús y en sus escasos seguidores en los días de Caifás y los fariseos; en Pablo y sus pocos amigos fieles a Dios en la ciudad de Roma que decidió su muerte, y en los fieles valdenses durante la persecución papal de la Edad Media.

Permanecer firme por la verdad, cuando todo el mundo parece condenarte, es un inapreciable privilegio, pues Jesús está a tu lado. Satanás empleará todas sus armas procurando vencerte, si te mantienes leal al Señor. Los niños y los jóvenes temen especialmente tener que permanecer solos frente a la mayoría en la escuela. Y por toda apariencia, el peor tipo de oposición que uno pueda enfrentar, es el ridículo, que se define como el rechazo de la mayoría acompañado de mofa. Normalmente preferimos cualquier otra cosa, antes que sufrir el ridículo y la burla. Logró que Pedro negara repetidamente a su Señor y Salvador, a las puertas del Calvario. Dispuesto a todo minutos antes, sucumbió ante el ridículo inducido por dos criadas y "los que estaban por allí" (Mat. 26:69-75). Si eres fiel a Dios, nunca faltarán criadas y quien esté por allí...

No puedes esperar recibir fuerza ni razón de la "mayoría". Del fracaso de Pedro puedes aprender el secreto de tu éxito. Léelo en Mateo 26:40 y 41.

R.J.W.-L.B.