Querido amigo y amiga:

La Biblia es clara: el nuevo pacto de Dios es su promesa. Jeremías afirma que en el nuevo pacto, Dios escribe su santa ley en el corazón humano (31:31-34). Ahora la pregunta capital: Cuando Dios hace una promesa, ¿hay poder en la promesa misma? ¿o acaso el poder está en tu realización de lo que él promete?

Dicho de otro modo: ¿Está el poder en el evangelio mismo, entendiendo el evangelio como buenas nuevas (Rom. 1:16)? ¿O bien el poder está en tu propia obediencia a lo que requiere el evangelio?

Se trata de la antigua controversia entre la justificación por la fe, versus la justificación por las obras. En su versión moderna, a esta última se la llama "justificación por la fe y las obras", pretendiendo que al añadir fe, queda "purificada" la salvación por las obras. Si lees el libro de Gálatas comprenderás que no puede haber tema de mayor importancia y actualidad.

Sarai era esposa de Abram. Su nombre significa "contención", algo así como disputa o pelea. Hace honor al carácter de ella. Cuando Dios declaró que no aceptaba a Ismael -el hijo de Agar- como heredero de la promesa, Sarai volvió a desarrollar amargura por su problema de esterilidad. Culpó a Dios por ello. Según el mejor pensar del viejo pacto, había practicado la negación de sí misma al entregar a su sierva Agar a Abraham, algo difícil para cualquier mujer. Sin embargo, como es el invariable resultado en todo lo que se hace según el viejo pacto, lamentó posteriormente haber hecho ese sacrificio.

Las cosas empeoraron, y Agar llegó a despreciar a Sarai. Agar era la nueva reina de la casa. ¿Y Sarai? ¿Dónde queda? Haciendo honor a su nombre, Sarai echó la culpa a su afligido esposo. "¡Mi agravio sea sobre ti! ... ¡juzgue Jehová entre tú y yo!" (Gén. 16:5). Todo cuanto Abraham había hecho era seguir al pie de la letra las sugerencias de Sarai, pero aún así, ésta había encontrado a quién echar la culpa. Tenía amargura contra Dios y contra cualquier otra persona. ¿Qué podía hacer Dios en esa situación?

Lo que Dios hizo fue darle buenas nuevas del pacto eterno. Siendo Sarai la misma contenciosa persona, Dios le cambió el nombre, introduciendo en él la letra que lo caracteriza a él mismo (hizo lo mismo con el nombre de Abram). El significado es ahora "princesa". Sí. Dios tiene más grandeza de la que nuestra mente del viejo pacto puede imaginar: antes de que ella crea en él, Dios cree en ella. Todas las promesas a Abraham lo son también a Sara. Y ahora, esa sencilla Palabra, esa buena nueva del nuevo pacto, funde su pétreo y airado corazón, y "por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido" (Heb. 11:11).

¿No te parece que debe de haber un tremendo poder en esa Palabra o promesa de Dios? Todo cuanto se necesita es que haya alguien que la crea. ¿Habías reparado en que a ti te da las mismas buenas nuevas que a Abraham y Sara? "Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente descendientes de Abraham sois, y herederos según la promesa" (Gál. 3:29).

R.J.W.