Querido amigo y amiga:

"Así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad y cuyo nombre es el Santo: ‘Yo habito en la altura y la santidad’" (Isa. 57:15). ¿Cómo podemos tú y yo estar en contacto con él, en su posición aparentemente tan inaccesible?

Él mismo nos indica cómo: "pero habito también con el quebrantado y humilde de espíritu" (Id.) ¿Te gustaría entrar en contacto con el Alto y Sublime? Bien, pues no te será difícil encontrar a alguien cuyo espíritu esté quebrantado. Seguramente lo hallarás entre tus compañeros de trabajo o de centro de estudios, o quizá hasta en tu propia familia. El Señor tiene allí su hogar, junto a esa persona. Puede muy bien ser alguien no especialmente apreciado por la mayoría. Ignóralo o desprécialo, y acabarás tratando a Cristo como hizo su pueblo hace dos mil años.

Quizá tú mismo eres la persona de espíritu humilde y quebrantado, y te sientes herido en diversas maneras, de forma sutil o con rudeza, en nuestra sociedad que cada vez tiene más dificultades para distinguir entre la ética y la estética. La Biblia afirma categóricamente que TODO el que siga en las pisadas de Jesús, sabrá lo que es sufrir algún tipo de abuso de parte de quienes lo rodean ("padecerá persecución", 2 Tim. 3:12).

Reviste un carácter especialmente doloroso cuando el entorno cultural hostil resulta ser la propia iglesia (¡y eso puede suceder!). Seguimos en Isaías 57:15: "Habito también con el quebrantado y humilde... para reavivar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los quebrantados". Te promete ponerte en pie, casi equivale a resucitar a alguien. Te da una fuerza que sólo puede proceder de "arriba", que te hace capaz de permanecer feliz, sereno y cortés ante la peor agresión, que es la agresión disfrazada de piedad.

Isaías lo aclara aún más en el capítulo 66: "Jehová ha dicho: ‘El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies... pero yo miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu y que tiembla a mi palabra" (vers. 1 y 2). Es el temblar a su palabra lo que hace que el Señor se sienta "en casa" morando contigo. No se trata de temblar en el sentido de tener miedo, sino en el de estremecerse de emoción ante la voz del Eterno, de tu Creador y Redentor amante. Cada joya de su palabra que atesores en tu corazón, te hará vivir más y más cerca de él.

R.J.W.