Querido amigo y amiga:

¿Hasta qué punto te ama Dios, personalmente? No son sólo tu felicidad presente y futura las que dependen de cómo creas en ese punto, sino que tu propio presente y futuro dependen de ello. Ninguno de nosotros nació creyendo. Todos hemos de aprender a creer, y a fin de lograrlo nos son necesarias las buenas nuevas que provee la Biblia. No es cuando te toca el gran premio de la lotería cuando aprendes a creer en el amor que Dios tiene personalmente por ti. A cualquier tipo de felicidad que este mundo pueda ofrecerte, pueden crecerle alas y volar... Pero cuando aprendiste a confiar en "el que a su propio Hijo no perdonó, antes lo entregó por todos nosotros", sucede que "ni la muerte, ni la vida, ni ángeles [aún teniendo alas]..." pueden apartarte del amor de Dios que es en Cristo Jesús (Rom. 8:32-39).

El amor que el Señor tiene por ti no fue un hecho puntual ocurrido hace dos mil años, "porque Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos" (Heb. 13:8). El Señor al que esperamos en su pronto regreso en gloria, seguirá siendo "este mismo Jesús" (Hech. 1:11) del que tanta pena tuvieron en separarse sus discípulos cuando ascendió al cielo. ¿Proporciona la Biblia evidencias de que te ama, te conoce, te cuida de una forma personal?

(1) Su amor por ti es como el del padre hacia su hijito que aprende a andar. Lee en Oseas 11:1 y 3 cómo el Señor "enseñaba a andar a Efraín, tomándolo por los brazos". Él te sujeta "con cuerdas humanas... con cuerdas de amor" (vers. 4). Nunca te forzará, pero hace todo lo que es posible hacer sin llegar a eso. Si no lo rehúsas, será para ti el Buen Pastor que describe el Salmo 23.

(2) Isaías declara que es él quien te lleva de la mano hacia el cielo. "No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia", "Yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha y te dice: ‘No temas, yo te ayudo’" (Isa. 41:10 y 13).

(3) Si cometiste el error y tomaste el camino equivocado, por más ceguera y locura que ahora puedas lamentar, no te ha abandonado. Hará por ti lo que hizo por Saulo de Tarso, quien parecía inamovible en el camino a la perdición. El Señor puso obstáculos en su camino para hacer que esa senda equivocada se volviera como dar coces contra el aguijón (Hech. 26:14). Sí, ¡el Señor hizo difícil la perdición de Saulo! ¿No es eso acaso un amor personal?

(4) Y el Salvador te recuerda que ha hecho su yugo fácil, y ligera su carga (Mat. 11:28-30).

Si tuvieras dificultades en creerlo, él vendrá en auxilio de tu incredulidad, si así se lo permites (Mar. 9:24-27). Está deseoso de que le pidas esa ayuda en oración. Una buena cosa para hacer en estos días, en los que casi todo a tu alrededor tenderá a hacer que te olvides de Él. No permitas que los cantos navideños tomen el lugar de la oración. Jesús no está ya en el pesebre. Está a un pensamiento de ti, deseoso de que le abras el corazón y entres en comunión personal con él.

R.J.W.-L.B.