Querido amigo y amiga:

Mientras languidecen los recuerdos del 11 de setiembre, el mundo se pregunta: ¿Qué suerte espera a Estados Unidos de América? Profundamente humillada por primera vez en la historia, ¿acabará esa gran nación (la mayor super-potencia de todos los tiempos) en la humillación, como sucedió a todos y cada uno de los grandes imperios en el pasado? ¿Se ha de levantar algún otro poder, para convertirse en el dominador del mundo?

El libro divino de Apocalipsis (original: revelación), predijo la formidable exaltación de los Estados Unidos a partir de un territorio relativamente deshabitado, hasta llegar a convertirse en el virtual dictador del mundo (13:11-18). Se presenta a esa nación emergiendo triunfante en cada crisis, hasta "ejercer todo el poder" del papado medieval, "y hace a la tierra y a los moradores de ella adorar" al poder político-religioso que dominó antaño la historia.

No, ni Hitler ni Saddam Husein pueden evitar que Estados Unidos "suba de la tierra" hasta la posición de dominio que le atribuye la revelación profética. Los grandes líderes y observadores mundiales tildan cada vez más a Estados Unidos de "arrogante", "dictatorial", "intimidador". El escenario profético de Apocalipsis indica que una crisis mundial llevará a las naciones a volver a la religión, buscando en ella el refugio de la ruina inminente. Entonces, el poder dominante mundial reaccionará "mandando a los moradores de la tierra que hagan la imagen de la bestia [unión político-religiosa de la iglesia y el estado] que tiene la herida de cuchillo, y vivió". Los milagros engañarán a miles.

Paralelamente al increíble surgimiento de Estados Unidos a partir de 13 insignificantes colonias, se ha ido produciendo la curación de la "herida mortal" que el papado sufrió aproximadamente en la misma época en que Estados Unidos comenzó a "subir de la tierra". El drama culminará en el gigantesco conflicto mundial entre "la marca de la bestia" y la alternativa divina: "el sello de Dios". Dios va a emplazar a cada uno cara a cara, ante su Hijo crucificado. Todos tendrán que decidir entre dos posibilidades: (1) crucificar de nuevo a su Hijo, o (2) crucificar al yo "juntamente con Cristo".

Tiempo de lo segundo.

R.J.W.