Querido amigo y amiga:

El apóstol Pedro acuñó una frase que ha captado la atención de cada una de las sucesivas generaciones en la historia de nuestro planeta: "la verdad presente" (2 Ped. 1:12). Se trata del aspecto olvidado de la historia de Jesús: su "boda". Es la boda de los siglos y de la eternidad. ¡El Hijo de Dios se reúne con su Esposa! Aunque en el pensamiento de una gran mayoría de cristianos esté ausente, constituye la verdad presente.

De igual forma en que una esposa complementa a su esposo, así también la "esposa del Cordero" tiene una parte en ese gran acontecimiento que marca el clímax de la historia de la redención. Esa boda no puede tener lugar hasta que "su esposa se ha preparado". A pesar de los vanos intentos por evitarlo, de parte de los satisfechos con la tibieza, en todo lugar del mundo hay una inquietud creciente por la demora de esa Esposa en su preparación. Nada nos hace pensar que en el cielo la preocupación al respecto sea menor.

¿Significa la verdad de "las bodas del Cordero" alguna diferencia práctica en la vida cotidiana de cada uno? ¿Es esa verdad presente lo que permite que sea consumada la obra de Dios, en la resolución del conflicto cósmico de los siglos entre Cristo y Satanás? ¿Cómo y por qué ha demorado por tanto tiempo la Esposa esas bodas del Cordero?

Según los capítulos 12 al 19 de Apocalipsis, la boda ocurre precisamente antes de la segunda venida de Jesús en gloria (Luc. 12:36). Todos los grandes eventos del fin confluyen aquí: (1) La purificación del santuario (Dan. 8:14); (2) Toda la tierra resulta alumbrada con el mensaje final de amor (Apoc. 18:1-4); (3) El pueblo de Dios madura, dejando atrás su anterior experiencia espiritual pueril, para avanzar "a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Efe. 4:13-15); (4) El corazón aprende lo que significa ser "uno en Cristo", estar totalmente reconciliado con Dios, haciendo una realidad el ruego: "Reconciliaos con Dios" (2 Cor. 5:20; Juan 17:21); (5) La iglesia estrecha las filas en plena unidad; (6) Un pueblo resulta finalmente preparado para encontrar al Hijo de Dios, no para resultar destruido "con el resplandor de su venida" (2 Tes. 2:8-10). Todo ello hace posible la resurrección de todos los justos que pasaron al descanso, y que estuvieron hasta entonces prisioneros en la oscuridad de sus tumbas, siglo tras siglo, hasta que "su esposa se [haya] preparado" (Apoc. 19:7).

El Cielo se alegra al ver madurar a la iglesia, quien abandona su pueril obsesión por el "ego" (¿cómo podré asegurar MI salvación personal?), en favor de una sentida preocupación por el honor y vindicación de Aquel que entregó su vida para ser su Esposo. La verdad de las bodas del Cordero abre el horizonte a una nueva y superior motivación. "El amor de Cristo nos constriñe" a vivir con un nuevo propósito (2 Cor. 5:14-21). Sí, como el de la doncella llena de amor y reconocimiento por el que va a ser en breve su marido. Ella encontró una nueva motivación en vivir por él, que la hace feliz, y que la libra del yugo de servidumbre del viejo pacto. ¿La encuentras tú?

R.J.W.