Querido amigo y amiga:

Una cuestión causa perplejidad a no pocos cristianos sinceros. ¿En qué consiste la "lluvia tardía" del Espíritu Santo? ¿Está "cayendo" hoy esa bendición, como los aguaceros sobre las cosechas sedientas? ¿Cuál es el propósito de esa bendición que la Biblia describe como siendo "derramada" en todo su pueblo a escala mundial (Zac. 10:1)? ¿Le es dado a Satanás producir una falsificación que pueda engañar a muchos, haciéndola pasar por el artículo genuino?

Hay algunos hechos simples y claros, que pueden ayudarnos a obtener una idea mejor definida al respecto.

(1) La historia de la "lluvia temprana" (Joel 2:23) será de ayuda para comprender la "tardía". Fue en Pentecostés cuando el verdadero pueblo de Dios (los que creyeron en Cristo) recibió el derramamiento del Espíritu Santo. Hoy, unos dos milenios después, esperamos de nuevo la especial concesión de ese don en medida sobreabundante, como culminación de la obra iniciada en la "lluvia temprana". No sólo la esperamos, sino que la pedimos (Zac. 10:1), aferrándonos a la promesa que Dios nos ha hecho.

(2) La lluvia temprana fue la luz de la verdad, dada como un don. Fue la percepción de una verdad muy especial: que el profeso pueblo de Dios había rechazado y crucificado al Señor de la gloria. Esa bendición no consistió en ruido, sino en luz. Una gran luz. Pedro declaró sin ambigüedad alguna que los presentes habían crucificado al Mesías, el Hijo de Dios. "Al oír esto, se compungieron de corazón" (Hechos 2:36 y 37).

(3) La lluvia tardía será un don del Espíritu Santo que traerá la verdadera y profunda convicción de pecado que solo él puede traer al corazón humano: que la culpa de la crucifixión de Cristo es NUESTRO pecado. Pero esa es una verdad que hoy aún no comprendemos claramente. Según Zacarías 12:10-13:1, cuando el pueblo de Dios asuma esa realidad, se producirá el mayor arrepentimiento jamás visto en la historia. Vendrá a constituirse en la experiencia de reconciliación final con Cristo, lo que también se puede llamar "la expiación final".

(4) Eso hará posible un movimiento, un segundo Pentecostés. Será proclamado un mensaje que alumbrará la tierra con la gloria de Dios, y que preparará a un pueblo para su retorno. Consistirá en la revelación del carácter de amor de Dios. Los hijos de Dios han de manifestar su gloria. Dios te da el privilegio de ser un canal vivo por medio del cual pueda comunicar al mundo los tesoros de su gracia, las inescrutables riquezas de Cristo. Pero antes de eso, habrás de derramar lágrimas mirando al que traspasaron tus pecados. "Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalem, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y harán llanto sobre él, como llanto sobre unigénito..."

R.J.W.-L.B.