Querido amigo y amiga:

¿Profetiza la Biblia que una gran superpotencia dominará el mundo en los últimos días? Sí. Tanto Daniel como Apocalipsis lo afirman. Y no se trata de ninguna "interpretación privada", nueva, ni fantasiosa (aunque quizá más bien desconocida). Pedro afirma en su segunda epístola, capítulo 1 y versículos 19 y 20, que "ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada". Ciertamente, no debemos dejarnos seducir por soñadores que se lanzan a interpretaciones futuristas inciertas, sino aferrarnos a "la palabra profética más segura".

Los estudiosos de la profecía bíblica han reconocido desde hace ya siglos que tanto Daniel como Apocalipsis hacen referencia a un período concreto de la historia que duró 1.260 años, en el que un poder opresor caracterizado por la unión de la iglesia y el estado dominó a las naciones de Europa en la Edad Media. Apocalipsis 13 lo identifica como el sucesor político-religioso del Imperio romano pagano, quien le confirió "su poder, su trono y gran autoridad" (vers. 1-8). En el siglo XVIII, el propio John Wesley comprendió claramente el significado de esa profecía. Sin embargo, confesó que no sabía a quién podía referirse ese otro superpoder que describen los versículos 11 al 18. Él mismo fue un opositor a la revolución americana y a la independencia de las trece colonias, y por supuesto, no soñó jamás acerca de su futura ascensión meteórica hasta el lugar prominente que ocupa en el panorama mundial.

Pero el Señor se lo había comunicado ya a Juan, en la isla de Patmos, y Apocalipsis describe a esa segunda superpotencia como poseyendo "dos cuernos semejantes a los de un cordero", aspecto interpretado por los estudiosos de la profecía como los principios gemelos de libertad civil y religiosa que han estado en la base del fenomenal progreso de los Estados Unidos. Ya hemos visto en anteriores ocasiones como ese panorama descarta al Islam como superpotencia o religión dominante en el mundo. La profecía le reserva el papel de atormentar al cristianismo apóstata (Apoc. 9), pero sin dominarlo ni conquistarlo.

Así, por más positivos que hayan podido ser los principios de libertad civil y religiosa de la actual superpotencia mundial (hasta el punto de estampar en los pasaportes de muchos de sus agresores: "Bienvenidos a los Estados Unidos"), la profecía caracteriza a esa superpotencia que inicialmente tuvo la benevolente apariencia de un cordero, como finalmente rugiendo a modo de dragón, y dictando al mundo qué es lo que debe hacer (vers. 11 al 14 de Apoc. 13). Los sanos principios de no interferencia entre iglesia y estado, y de libertad de conciencia que están en la base de su constitución, han permitido que Dios bendiga con inusitada prosperidad esa superpotencia. Hace ya años que una autora americana bien conocedora de las profecías afirmó que cuando Estados Unidos apostate de ese principio constitucional, la ruina nacional será la consecuencia. Y el temor al terrorismo podría propiciar exactamente eso.

R.J.W.