Querido amigo y amiga:

Juan Bautista languidece en la prisión del rey Herodes. Le sobra tiempo para el estudio y la oración. Aunque es muy improbable que disponga de algún fragmento de la Escritura (Antiguo Testamento), recuerda sin duda las súplicas escritas por David en el Salmo 25: "Mírame y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido" (vers. 16). Bien pudo clamar a Dios: '¡Mírame! ¿Hice mal en reprender al rey por su conducta inmoral en relación con Herodías? (Mar. 6:17,18). ¡Si tan solo hubiese sido un poco más cauto, ahora podría continuar allí fuera como persona libre, predicando y bautizando según la vocación a la que tú mismo me has llamado! ¿No debí acaso mantenerme en silencio sobre ese punto? ¿He corrido temerariamente por delante de tu voluntad?'

El rey Herodes amaba a su manera a Juan Bautista (Mar. 6:26). Lo hacía comparecer ocasionalmente ante él para oírlo de buena gana (vers. 20). ¿Cómo contestó el Espíritu Santo las súplicas de Juan Bautista? La única respuesta aparente: "Espera en el Señor". Hasta el mismo Jesús le envió un mensaje más bien críptico, y no especialmente tranquilizador: "Bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí" (Mat. 11:6).

Juan estaba muy solo. La Biblia nada nos dice en cuanto a una supuesta reprensión de parte del Espíritu Santo, en razón de esa enérgica censura a Herodes que dio como resultado con sus huesos en la cárcel. Toda evidencia pesa a favor de que Juan Bautista no se equivocó en eso, sino que cumplió precisamente la voluntad divina, aún en contra de su propio interés personal.

¿Hizo mal Elías en presentar crudamente la verdad sobre la adoración a Baal? ¿Reprendió Dios a Elías al reemplazarlo por el más sosegado Eliseo, quien pasó todos sus días fuera de la cárcel? ¿Hizo mal Jeremías en obrar contrariamente al sentir popular sobre Nabucodonosor? A él le supuso acabar peor que en una prisión: en el fondo de un pozo cenagoso (cap. 38), y en una vida llena de lágrimas.

Cada héroe debió sufrir para mantenerse en su integridad. Ningún hombre de Dios fue perseguidor, pero todos fueron perseguidos. ¿Dónde quedará el recuerdo de sus sufrimientos, cuando Cristo mismo en persona les diga: "¡Bien!, ¡Buen siervo!"? Él te llama también a ti a estar de su lado, hasta ese día bienaventurado en que lo has de ver cara a cara.

R.J.W.