Querido amigo y amiga:

El libro de Hebreos es el único en el Nuevo Testamento que identifica claramente a Cristo como a nuestro gran sumo sacerdote en su santuario celestial. ¡Gracias a Dios por ese precioso libro en nuestras Biblias! ¿Qué está haciendo allí Cristo en su oficio de sumo sacerdote? ¿Acaso intercede en el sentido de procurar persuadir al Padre de que sea benigno con nosotros? Impensable, ya que fue precisamente el Padre quien amó de tal manera al mundo, que dio a su Hijo unigénito. ¿Acaso está el pensamiento del Padre y el del Hijo en oposición, con respecto a nosotros? No ciertamente; están en perfecta armonía y unidad. Bien. Entonces, ¿está Cristo intercediendo en el sentido de procurar convencer a Satanás de que desista en perseguirnos y procurar nuestro mal y perdición eternos? ¡Imposible y disparatado! Satanás nos es total e irrevocablemente hostil.

La mente del Padre no necesita cambiar. La mente de Satanás no se puede cambiar. ¿Dónde encontramos la mente que puede y debe cambiar? ¿Pudiera ser que nuestro Sumo Sacerdote esté intercediendo por nosotros, en el sentido de procurar un gran cambio de NUESTRA mente? Así parece confirmarlo el libro de Hebreos: "Considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús... si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones" (3:1,15). "Viviendo siempre para interceder por ellos [nosotros]" (7:25). "La sangre de Cristo... limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo" (9:14). Debido a ello, es muy apropiado hablar de Cristo como de nuestro Psiquiatra celestial, o quizá como del gran Médico de nuestras almas. Pero nadie puede beneficiarse de su ministerio sacerdotal a menos que sienta su necesidad de un tal Médico. "Los que están sanos no tienen necesidad de médico" -dijo Jesús-, "sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento" (Luc. 5:31,32).

Charlotte Elliot sintió esa necesidad, cuando escribió el himno "Tal como soy", en 1834. Inválida y deprimida ante su "imposibilidad" material de cooperar en la obra de Dios, sufría en la amargura, miseria e inutilidad. Sola en su casa, en medio del dolor de su sentimiento de abandono, comenzó a recordar las palabras que un siervo del Señor le dirigiera años atrás: "Ve a Jesús tal como eres. Él no te echará fuera". Así, en uno de sus días más oscuros, se dispuso a escribir las palabras: "Tal como soy de pecador. Vista, sustento, curación de mi mente. Sí, todo eso necesito, y lo encuentro en ti. Cordero de Dios, heme aquí" ¡Encontró a su Psiquiatra divino! y la curación de su mente fue un hecho permanente, el comienzo de una vida entera dedicada en gozoso servicio por Jesús. Permite que su fe te inspire a buscar, o mejor dicho, a recibir de él esa sanación. Por cierto, Charlotte hizo más por bendecir al mundo con ese sencillo himno-poema, que si hubiese estado en perfecto estado de salud y hubiese continuado con su actividad habitual, que consistía en alegrar fiestas con sus versos jocosos.

Tu gran Médico, tu sumo sacerdote, aún oficiando en el verdadero santuario, en el celestial, se encuentra tan cerca de ti como tú le permitas estar. "Que el Dios de paz, que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda buena obra para que hagáis su voluntad, HACIENDO ÉL EN VOSOTROS lo que es agradable delante de él por Jesucristo" (Heb. 13:20,21).

R.J.W.