Querido amigo y amiga:

La Biblia presenta ejemplos notables de hermanos odiados por sus hermanos:

(1) La historia de Caín y su hermano Abel, que demuestra por siempre que el odio lleva en sí el asesinato. Hacia el final de la Biblia, volvemos a encontrar el mismo mensaje: "Todo aquel que odia a su hermano es homicida" (1 Juan 3:15). Según Juan 8:44, Satanás era ya "homicida desde el principio", a pesar de no haber matado a nadie en el sentido habitual de la expresión. Pero odiaba ya a Cristo.

(2) Ismael, "nacido según la carne", perseguía a su hermano Isaac, el hijo de la promesa, "nacido según el Espíritu" (Gál. 4:29-31). "Así también ahora". "Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución" (2 Tim. 3:12).

(3) Esaú estuvo dispuesto a matar a Jacob, el hermano nacido después de él (por cuestión de minutos, Gén. 25). Y éste le dio lo que podríamos llamar un pretexto razonable para su odio.

(4) Los diez hijos de Jacob odiaban a José y se deshicieron de él vendiéndolo como esclavo, con la intención de arruinar su vida para siempre (Gén. 37). El mismo espíritu de Caín, pero votado por mayoría, y más refinado.

(5) Eliab, el hermano mayor de David, intentó hacerle la vida miserable, afirmando conocer lo soberbio y malicioso de su corazón (1 Sam. 17:28). El odio "conoce" todo mal imaginable en el corazón de la persona odiada, mientras que el amor "todo lo cree... todo lo sufre". La fe pura, sincera, entregada, juvenil de David, fue valorada de ese modo por su hermano.

(6) Los hermanos de Jeremías despreciaron su ministerio divinamente señalado. "Aún [sus] hermanos y la casa de [su] padre... se levantaron contra [él]" (Jer. 12:6). Si quieres seguir a Jesús, comprobarás como la más amarga oposición suele proceder de tu propia familia. Dios te dará gracia para soportarla con el espíritu de Cristo, tal como hizo Jeremías.

(7) Después de haber enviado a profetas y mensajeros, Dios envió a su propio Hijo, "Emmanuel... Dios con nosotros", "nacido de mujer". Tenía hermanos, al menos seis (cuatro citados por sus nombres), y "hermanas". (Mat. 13:55,56). Sus hermanos lo ridiculizaban (Juan 7:3 al 5). El odio "siempre está preparado" para ridiculizar. Afortunadamente, Jesús pudo ganar el corazón de, al menos, algunos de ellos (Hech. 1:14). La victoria no vino sino después de su muerte, pero ¡valió la pena! Damos gracias a nuestro Salvador por compartir una de las más dolorosas experiencias que los humanos hemos de conocer.

De este lado de la eternidad, es absolutamente seguro que tendrás contacto con el espíritu de la persecución y el odio. (a) Si cedieras a él, por razones obvias. (b) Si no, lo padecerás de algún hermano, o hermanos tuyos. En ocasiones es la mejor o la única medicina para aborrecer en ti ese espíritu que tuvo su origen en Satanás. En cierta ocasión, los escribas y fariseos "se llenaron de furor y hablaban entre sí qué podrían hacer contra Jesús" (Luc. 6:11). En medio de esa atmósfera, Jesús pronunció palabras especiales para ti: "Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, os aparten de sí, os insulten y desechen vuestro nombre como malo por causa del Hijo del hombre. Gozaos en aquel día y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, porque así hacían sus padres con los profetas" (v. 21 al 23).

R.J.W.-L.B.