Querido amigo y amiga:

¿Conoces a alguna persona "intratable", alguien que se encoleriza fácilmente, alguien con quien resulta doloroso convivir? Te gustaría que tal situación no existiera, pero está claro que no lo puedes evitar. Si tal es tu caso, tienes algo en común con el Dios del universo: Él posee un sinnúmero de personas como esa con quienes tratar. Su relación personal con cada una de ellas es aún mucho más íntima que esa que a veces te parece casi imposible de soportar. Él sabe bien lo que significa el odio hacia él, y eso le hiere también, pues "en Cristo" vino a hacerse uno de nosotros. De hecho, el punto central de su hacerse "nosotros" en Cristo, fue precisamente ese. Su nombre fue, y es aún, Emmanuel (Dios con nosotros, Mat. 1:23). Su parte consistió en soportar la vileza y odio de seres humanos. ¿Cuál fue su método? Estuvo presidido por una idea o principio fundamental que podemos aprender de él. Está en 2 Corintios 5:17 al 21: (a) Se trató de algo "nuevo", en contraste con "las cosas viejas". (b) Comprendió que lo miserable e insufrible de los seres humanos era el resultado de un corazón separado de Él (en "enemistad contra Dios", Rom. 8:7). (c) ¡Jesús no nos condenó ni nos culpó por ello! (d) En lugar de lo anterior, hizo una cosa "nueva": se aseguró de que él mismo no estaría separado de ellos (algo imposible para nosotros, a menos que lo recibamos de "arriba"). Decidió estar reconciliado con ellos. (e) Procedió entonces a reconciliarlos consigo, no a base de ignorarlos o dejar de prestarles atención, sino que lo hizo "no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados". (f) Una idea revolucionaria, que los habitantes del universo jamás hubieran imaginado: tomó la culpabilidad de todas las transgresiones sobre sí mismo, de forma que "el que no conoció pecado" consintió en ser "hecho pecado por nosotros". (g) La única forma en la que pudo ser "hecho pecado" fue compartiendo corporativamente la culpabilidad de cada pecador, haciéndose Uno con él y liberándolo así de su culpabilidad. (h) Lo hizo al constituirse en "el Cordero de Dios" por "nuestros pecados, y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo" (1 Juan 2:1, 2). (i) ¡Funcionó! Ha tenido éxito en reconciliar consigo a un sinnúmero de corazones antes separados en amarga enemistad contra él ("aborrecibles, aborreciéndonos unos a otros", Tito 3:3). Para todos ellos, "las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas".

Bien. ¿Cómo puede ayudarte eso en tu particular problema? Permítele que te enseñe a "no tomarle en cuenta" a esa persona insufrible sus "transgresiones". Reconoce que sólo la gracia de Cristo te puede librar de estar exactamente en su misma situación. Deposita todas las heridas y cicatrices de tu corazón en Él, puesto que ahora estás "en Cristo" según tu experiencia personal, ahora estás en él por la fe.

R.J.W.