Querido amigo y amiga:

La gente común como tú y yo sentimos el desafío que plantean los grandes temas de la Biblia. ¿Has considerado la expresión "justificación por la fe"? ¿Es posible simplificar algo tan abarcante?

En primer lugar está en la Biblia, por lo tanto podemos tener la seguridad de que es la voluntad de Dios que lo comprendamos. Nunca te rindas pensando que está más allá de tu alcance. Aunque es mucho más fácil ver la TV que hacer oración y abrir la Biblia para estudiarla, una y otra cosa producirán resultados bien distintos. Por otra parte, si anhelas sinceramente la instrucción de Dios y deseas experimentar su mensaje, te sorprenderá la forma en la que él mismo te lo mostrará en su Palabra. Dios se deleita en escuchar y responder oraciones elevadas por corazones contritos que poco saben de graduaciones académicas. Con toda seguridad, hay buenas razones para procurar estudiar esos grandes temas, pues la prueba final (lo que describe Apocalipsis en el contraste entre "la marca de la bestia" y "el sello de Dios") exigirá un conocimiento profundo, y un sólido compromiso personal con verdades como esa. Observa estos siete puntos:

(1) La justificación por la fe tiene mucho más que ver con la comprensión del "corazón", que con intrincados conceptos intelectuales, "porque con el corazón se cree para justicia" (Rom. 10:10). (2) Tiene que ver con la sanación de la enemistad natural de nuestro corazón hacia Dios, "por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios" (8:7). El resolver esa enemistad es el mayor problema con el que Dios se ha debido enfrentar. Dios puede crear mundos y constelaciones con su sola palabra, pero hacer que el frío, egoísta y mundano corazón del hombre se reconcilie con él, le cuesta la sangre de su propio Hijo. (3) La Biblia nos hace ver que nada, excepto la visión de esa sangre derramada, es capaz de fundir la dureza de nuestro corazón de piedra: "siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo" (5:10). (4) Sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados: "luego mucho más ahora, justificados en su sangre..." (vers. 9). (5) Nosotros, seres humanos de corazón natural enemistado contra Dios, necesitamos ver derramarse la sangre de Alguien, y comprender que somos nosotros quienes la derramamos. El Israelita penitente debía degollar con sus propias manos la víctima inocente, para que nosotros podamos comprender hoy que nuestras manos están manchadas con la sangre del Hijo de Dios. (6) Nuestra alma se conmueve ante la expresión de ese amor tan indescriptible, y "nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por el cual hemos ahora recibido la reconciliación" (vers. 11). (7) Contemplamos la gloriosa cruz en la que murió el Príncipe de gloria, y somos reconciliados; nuestro orgullo resulta demolido hasta el polvo y Cristo se forma en nosotros, la esperanza de gloria.

El gran tema de la Biblia es la justificación por la fe, y no es difícil, si permites que te hable "Jesús, el Mediador del nuevo pacto, y ... la sangre rociada que habla mejor que la de Abel" (Heb. 12:24).

R.J.W.-L.B.