Querido amigo y amiga:

¿Ha dimitido Jesucristo como verdadera Cabeza y Dirigente de su iglesia en la tierra? ¿Ha dejado los asuntos en manos de algún incompetente "vicario de Cristo" o vice-presidente ("vicario" y "vice" son palabras etimológicamente relacionadas)? ¿Podrá tal vez haber ocurrido que en lugar de ser un hombre su "vicario en la tierra", Cristo haya delegado la dirección de la iglesia, poniéndola en manos de un comité u organización, de forma que hombres falibles hayan ocupado su lugar en la tierra? Tal fue la mentalidad de aquel comité que condenó a muerte al Señor Jesucristo (sin duda, José de Arimatea y Nicodemo debieron estar ausentes en esa ocasión -DTG 497, 648-). En cualquier caso, aceptar eso, sea un "vicario en la tierra", o un comité de vicarios, presupone que Cristo esté ausente por algún motivo.

Hay una clara respuesta bíblica a esas cuestiones: el verdadero vicario de Cristo no es, ni un hombre, ni una asamblea de hombres falibles. El Vicario es el Espíritu Santo (Juan 16:7 al 14; 14:16 al 18). Cristo no está ciertamente de vacaciones, ni ocupado en un negocio celestial que lo aleje de la tierra. Está presente entre nosotros mediante el Espíritu Santo. Personas sinceras se preocupan a menudo en razón del presente estado de la iglesia, y la historia es clara en cuanto a que el auténtico "Vicario de Cristo" ha sido en ocasiones "resistido", "rechazado", hasta a veces ¡"insultado"! Pero el último mensaje de Cristo a su iglesia (Apoc. 3:14 al 21) nos hace ver claramente que la Deidad ofendida e insultada hará oír su voz finalmente. Todo cuanto necesita es agentes por medio de los cuales pueda obrar, creyentes "entendidos en los tiempos, y que [sepan] lo que Israel [debe] hacer" (1 Crón. 12:32). Personas cuyo "ego" haya sido crucificado con Cristo (Gál. 2:20). Esta es la combinación necesaria: inteligencia informada + crucifixión del "yo" = cuerpo de dirigentes que el Espíritu Santo pueda utilizar para corregir toda desviación, y permitir que Cristo traiga "justicia perdurable" (Dan. 9:24). "Inteligencia informada" incluye el conocimiento del evangelio (no del legalismo más refinado), y "crucifixión del yo" implica valentía y disposición para vivir y hasta morir por la "verdad del evangelio" (Gál. 2:14). "Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina" (1 Tim. 4:16).

R.J.W.-L.B.