Querido amigo y amiga:

En los primeros siglos de la era cristiana hubo ciertas reticencias en aceptar la autenticidad del libro de Hebreos como parte del canon bíblico. Hoy, dos mil años después, el tema principal del libro -la perfección del carácter- sigue resultando incómodo para cristianos apreciados. No habiendo experimentado aún el poder del evangelio, les parece imposible que Dios pueda disponer en esta tierra de un grupo o cuerpo de creyentes que venza como Cristo venció, que refleje como un espejo la belleza del perfecto carácter de Cristo; ese carácter que se distingue por la negación del yo. Suponen que por tanto tiempo como el cuerpo de Cristo esté formado por personas con una naturaleza caída o pecaminosa, no existe posibilidad de lograr un carácter perfecto. Pero para los tales, el libro de Hebreos presenta un desafío inquietante: En numerosas ocasiones leemos que esa perfección de la conciencia que el sistema de los símbolos no podía proveer, lo ofrece abundantemente el ministerio de Cristo en el verdadero santuario, que tiene por fin la perfección del carácter de su pueblo (5:14; 6:1; 7:11, 19; 10:1, 14; 11:40; 13:21). ¿Cómo logra eso que humanamente parece tan imposible? Mediante su ministerio sumo-sacerdotal. En ese sentido, el libro también es único en el Nuevo Testamento. Sólo en él se lo denomina explícitamente Sumo Sacerdote.

La comprensión del oficio de "sacerdote" plantea ciertos problemas al hombre moderno. Nos suele resultar más fácil verlo como el Consolador, el Maestro, etc. Pero leemos en Hebreos 3:1: "Considerad al Apóstol y Sumo Sacerdote de la fe que profesamos, a Jesús". Un sacerdote es, en cierto modo, lo opuesto a un profeta. Éste último representa a Dios ante los hombres, mientras que el sacerdote es el representante del hombre ante Dios. Es por eso que el mediador entre Dios y los hombres tiene que ser "Jesucristo hombre". El capítulo 1 de Hebreos presenta a Jesús como Dios. El capítulo 2 como hombre. Su plena identificación con nosotros le da el derecho legítimo a representarnos.

¿Qué significa en términos prácticos su sacerdocio? Significa que "no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de simpatizar con nuestras debilidades; sino al contrario, fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado" (4:15). Dado que "está siempre vivo para interceder" por nosotros (7:25), podemos allegarnos a él confiadamente, seguros de encontrar gracia para el oportuno socorro, en el momento exacto en el que tenemos la necesidad de él (4:16). ¡En todo momento! Podemos encomendarnos confiadamente a "Aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin falta ante su gloria, con gran alegría" (Judas 24). Podemos hacer como Abraham, quien no dudó ni desconfió, sino que dio gloria a Dios creyendo, plenamente convencido de que el Señor tenía poder para cumplir lo que había prometido, por lo cual su fe le fue contada por justicia (Rom. 4:20 al 22). Dios no había dicho a Abraham: 'Teniendo en cuenta tus limitaciones, anda delante de mí, y haz lo mejor que puedas'. No. Dios le dijo: "Yo soy el Dios Todopoderoso. Anda delante de mí, y sé perfecto" (Gén. 17:1). Y Abraham creyó.

El libro de Hebreos expone el Camino nuevo y vivo que hará que triunfe el plan de la redención en la raza humana (10:19 al 22). Hebreos tiene presente que "aún un poco, muy poco más, y el que ha de venir vendrá, y no tardará". Y el libro de Apocalipsis nos presenta la seguridad de que Jesús TENDRÁ un pueblo sobre la tierra que responderá a la atracción de su cruz, que aceptará su ministerio de "perfección", que se arrepentirá profundamente y que estará preparado para su segunda venida (Apoc. 7:1 al 4; 14:1 al 5 y 19:7 al 9). ¿Estaremos tú y yo en ese pueblo? Ese es el deseo anhelante de todo el cielo. ¿Es también el tuyo?

R.J.W.-L.B.