Querido amigo y amiga:

Alguien nos hace la pregunta: '¿Hasta qué punto fue Jesús en su encarnación tentado como lo somos nosotros; tentado desde su interior?'

No nos atreveremos a ir más allá de lo que la Biblia dice. Pero tampoco nos atreveremos a negar o despreciar lo que afirma, en lo relativo a la experiencia de nuestro Señor con la tentación. La Escritura dice claramente que "no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de simpatizar con nuestras debilidades; sino al contrario, fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado" (Heb. 4:15). ¿Cómo podríamos atrevernos a pretender que haya ciertas tentaciones a las que tenemos que enfrentarnos, a las que él fuese inmune? La doctrina popular sostenida por muchos cristianos a quienes amamos y respetamos, enseña que cuando la virgen María estaba en el seno de su madre, aquel pequeño embrión fue milagrosamente separado de la herencia común a todos los demás seres humanos descendientes del caído Adán, de tal manera que nació con una naturaleza impecable, que es la que transfirió a su Hijo Jesús. Es el dogma de la Inmaculada Concepción. Esa doctrina enseña específicamente que María nunca fue tentada como lo somos nosotros, por ejemplo en el terreno sexual. La mente natural se resiste a aceptar que Dios pueda venir en nuestra carne. Daniel 2:11 nos da un claro indicativo de cuál es el concepto pagano de divinidad. Pero la Biblia no enseña nada parecido acerca del único Dios verdadero, hecho carne.

La expresión griega "en todo" (de Heb. 4:15) significa exactamente eso: TODO. "Debilidades" significa exactamente eso. Y "semejanza" significa lo opuesto a "diferencia".

Sólo es posible una conclusión: Cristo, en su encarnación, debió enfrentar toda tentación a la que nosotros podamos tener que hacer frente. Alguien pensará: ¿Fue acaso tentado a ver TV?, ¿a comer helados? ¿a beber Vodka? La respuesta ha de ser que sí. Sí en principio. Debió hacer frente a la tentación de satisfacer de forma ilícita el apetito, y a la sensualidad, tal como nos sucede a nosotros. El lenguaje original de Hebreos 2:18 indica claramente que solamente debido a que "él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados". Si piensas que hay alguna tentación a la que tengas que hacer frente, a la que él nunca pudo ser tentado, ¡careces de Salvador en ese respecto! Sus tentaciones en la cruz vinieron ciertamente "del interior". Su clamor "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" salió desde lo más interior y profundo de su alma.

Necesitamos oír y aceptar la buena nueva de que Cristo es en verdad el Salvador del pecado. La próxima vez que te sientas tentado, recuerda que SIEMPRE puedes acercarte "con segura confianza al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro". Jesús no se va a desmayar ni se va a indignar cuando le expongas tu tentación y le supliques ayuda. Él conoce todo lo que puede afligir a tu carne (2 Juan 7). No tienes un Sumo Sacerdote incapaz de simpatizar con tus debilidades, sino al contrario, fue afligido en todas ellas, y tiene el poder y la sabiduría para hacerte vencedor de todas ellas, "porque lo que era imposible a le Ley, por cuanto era débil por la carne; Dios, al enviar a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado, y como sacrificio por el pecado, condenó al pecado en la carne" o, como traducen otras versiones, "venció al pecado en el terreno de la debilidad". ¡En tu terreno y en el mío!

R.J.W. - L.B.