EL REPOSO EN CRISTO: ¿Sábado, o domingo? Capítulo III

El sábado y el evangelio


Tu ley está en medio de mi corazón

Hasta aquí nos hemos referido principalmente al sábado en el contexto de la inmutable ley de Dios, pero es todavía más importante su consideración en el contexto del evangelio, como el único y verdadero "día del Señor".

Si bien el sábado fue hecho por causa del hombre (Marcos 2:27,28), la Biblia lo presenta siempre como el día que es propiedad del Señor, no del hombre (y aún menos de los judíos). Eso se ve claramente en Isaías 58:13, Éxodo 31:13, 20:10, etc. Es el día que guardarán los que se reconozcan propiedad del Señor.

Es importante destacar que el cristiano no obtiene jamás la rectitud moral mediante la observancia del sábado bíblico, ni mediante el ejercicio de obediencia a ninguna otra norma o ley, por virtuosa que esta sea. La perversión del verdadero sábado del Señor consiste en considerar, como hicieron frecuentemente los judíos, que el hecho de observar ese día, o bien de guardar otro cualquiera de los mandamientos, lo hace a uno moralmente aprobado. Según esa mentalidad, el sábado es una "obra". Pero eso mismo puede suceder con cualquier otro deber cristiano.

El sábado que presenta la Biblia es exactamente lo contrario: ¡es un reposo! El creyente que guarda el sábado bíblico, no se cree justo en absoluto por el hecho de guardarlo, sino que muy al contrario, lo guarda porque se reconoce indigno, y reposa en la justicia, la bondad y el poder de Cristo, tanto en la creación, como en la redención. Reconoce en Cristo el origen de todo bien material y espiritual. Es por ello que el sábado es precisamente la señal de la justicia que viene por la fe. No la justicia que supuestamente brota del hombre, sino la que éste recibe de Cristo como un don inmerecido. Es un reposo para el hombre, que le permite descansar en la obra de Dios (Éxodo 31:13; Mateo 11:28).

En el relato de la creación, el sábado fue el día que recordaba al hombre que todo cuanto era y poseía, lo debía enteramente a Dios. Adán y Eva no "ayudaron" a Dios en la creación, sino que simplemente la recibieron de él. Tampoco reposaron el sábado porque estuviesen cansados, puesto que su primer sábado fue también su primer día de existencia. Cada sábado recordaban y expresaban su reconocimiento y dependencia hacia Dios. Era el sello de su confianza -o fe- en Él, el reconocimiento de su pertenencia a Él.

Ahora bien, ¿de qué es un sello el domingo? ¿a quién representa? ¿puede el domingo demostrar la perfecta confianza del hombre en la bondad de las leyes de Dios? Al contrario, expresa la confianza en la autoridad del hombre, a quien se debe la paternidad en el cambio del día de reposo. ¿Puede el domingo servir de recordatorio de la creación y del Creador? No, puesto que su protagonista es la autoridad del hombre, el hacer y legislar del hombre. No puede ser el "día del Señor", sino el "día del hombre".

Por otra parte, cualquier día de la semana que se emplee como simple descanso psicológico y físico, es bueno como "día del hombre", pero solamente el sábado que Dios ha instituido puede demostrar la fe del hombre en su Creador. Por lo tanto, en el sábado, el hombre reposa en Dios. En el domingo, en cambio, el hombre rinde homenaje a su propia obra.

En la Biblia se habla frecuentemente del reposo, para referirse a la experiencia de la salvación en Jesús, recibida por la fe (Mateo 11:28; Hebreos 4:2,3). Desde la entrada del pecado, la promesa de entrar en el reposo (simbolizando la salvación) ha ido ligada al sábado. Por ejemplo, todas las fiestas judías apuntaban hacia el Mesías, y recibían el nombre de sábados (días de reposo), además de los sábados semanales.1

El sábado nos recuerda que, así en la creación como en la redención, el hombre no comienza por hacer algo, sino que comienza reposando, recibiendo por la fe la obra completa y perfecta de Dios en Cristo. En la redención, el hombre comienza reposando de sus obras deficientes, para ponerse en manos de las obras perfectas de Dios. Lo mismo que en la creación, primero ha de recibir vida y existencia espiritual en Cristo. El sábado recuerda que no es el hombre quien obra, sino Dios (en Cristo). Por eso llama al sábado "mi día santo", y sólo éste puede ser el auténtico símbolo de la obra de la redención.

Tanto en la creación como en la redención, Cristo acabó su obra un sexto día de la semana (viernes), y reposó el séptimo (sábado). Resucitó un primer día (domingo), para ascender al cielo e iniciar allí otra obra, la de la restauración (Juan 14:1-3). Cuando ésta haya llegado a su fin, entraremos en ese reposo al que se refiere Hebreos 4. Una vez más, solamente el sábado bíblico puede simbolizarlo adecuadamente (por ejemplo, en el versículo 9, la palabra que las Biblias en castellano suelen traducir por "reposo", en el original griego corresponde a sabatismos: literalmente, reposo sabático).

El sábado, pues, dirige al hombre hacia Dios, hacia una obra perfecta y acabada que el creyente recibe por la fe, y es así el sello o señal de la justicia que viene por la fe. El domingo apunta hacia la autoridad del hombre para cambiar el día de reposo, significa la autoexaltación (lo opuesto a la dependencia hacia Dios), y no puede dirigir hacia una obra perfecta ni completa hecha por Dios en favor del hombre, y recibida por la fe. Es, por lo tanto, el sello o señal de la justicia que viene por las obras, el homenaje a la obra y autoridad del hombre, en oposición a Dios.


1. Estos tipos (o símbolos) de la obra de Cristo -pertenecientes a la liturgia judía, o "ley ceremonial"- fueron los que quedaron abolidos cuando tuvo lugar la realidad del sacrificio de Cristo en la cruz. (Volver al texto).

 

 

El sábado y tú


Las últimas páginas de la Biblia presentan las escenas finales de la historia del mundo. Allí se describe a la humanidad dividida en dos grupos bien definidos. Uno de ellos rinde homenaje a Dios, con la particular mención de su atributo de Creador (Apocalipsis 14:7-12). El otro grupo rinde homenaje al poder suplantador que el hombre instituyó. No hay un tercer grupo.

Querido lector, antes o después tendrás que elegir en cuál de los dos grupos vas a estar.

Cristo te creó, te dio todo cuanto tienes, y todo cuanto eres. Te está buscando. Si tienes alguna duda de ello, ve al Getsemaní y al Calvario, y ve lo que el Hijo de Dios quiso entregar para tu salvación. Él hizo todo lo necesario para que te encuentres en el grupo que describe este versículo:

"¡Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los Mandamientos de Dios y la fe de Jesús!" (Apocalipsis 14:12).

"Yo [Cristo] vengo pronto, y mi galardón conmigo, para dar a cada uno según su obra... ¡Dichosos los que guardan sus Mandamientos, para que tengan derecho al árbol de la vida, y entren por las puertas en la ciudad!" (Apocalipsis 22:12-14).

Ese es también nuestro sincero deseo.

Aceptando a Cristo experimentarás su reposo, el reposo que da su perdón, el reposo que nos da al librarnos de nuestro egoísmo, al curarnos de nuestro temor y de nuestra culpa, la paz de descansar en su aceptación. Pon en Él tu esperanza. Contémplalo en su infinita condescendencia, y obtendrás esa paz que ningún hombre puede dar. Elige aceptarlo, y él vivirá en ti. Recibirás una nueva vida, que es eterna. Él te dice: "Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, y yo os haré descansar". Es el reposo que solamente proviene de Dios: el reposo que únicamente el sábado puede representar.

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¿Sábado, o domingo? ¿Libre en Dios, o siervo del hombre?

 

CRISTO VIDA SÁBADO
domingo hombre muerte

L.B.

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