Querido amigo y amiga:

¿Dice algo la Biblia sobre las promesas de año nuevo? La verdad es que sí. Lo dice. Israel acababa de escapar de Egipto, y el Señor les había dicho (en ocasión de la Pascua), "Este mes os será principio de los meses. Será para vosotros el primer mes del año" (Éx. 12:2). Al poco tiempo, Israel estaba tomando una resolución "de año nuevo" al pie del Sinaí. De hecho, consistió en algo similar a una declaración bajo juramento solemne, puesto que iba dirigida a Dios mismo: "HAREMOS todo lo que el Eterno ha dicho" (19:8). Pedro también tomó una resolución equivalente (aunque no era de año nuevo, coincidía en el momento anual): "aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré" (Mat 26:33).

En ambos casos, los tomadores de tan buenas resoluciones fueron incapaces de cumplirlas. En cuestión de días, Israel estaba postrado ante un becerro de oro; y Pedro negaba a su Señor y Salvador en cuestión de horas.

Ambas resoluciones eran en esencia del tipo "antiguo pacto". El Señor no espera que nos embarquemos en ese tipo de experiencia, puesto que "engendra... para esclavitud" (Gál. 4:24). Nos lleva a la esclavitud espiritual. Puedes leer tu Biblia de principio a fin, y comprobarás que Dios jamás nos pide que le hagamos a él promesas.

Alguien escribió: "Anhelas darte al Señor, pero eres débil en poder moral, eres esclavo de la duda y te controlan los hábitos de tu vida de pecado. Tus promesas y resoluciones son como cuerdas de arena. No puedes controlar tus pensamientos, impulsos ni afectos. La constatación de tus promesas quebrantadas y votos incumplidos debilita tu confianza en tu propia sinceridad y te lleva a creer que Dios no te puede aceptar" (CC 47). ¡Ahí está el problema! El recuerdo de tus frecuentes fracasos en cumplir tus promesas te hace sentir indigno, y te lleva a la duda en cuanto a si Dios puede aceptarte. Y es difícil imaginar una esclavitud peor que esa.

Hay una forma mucho mejor de comenzar el nuevo año, bajo el "nuevo pacto". En lugar de prometer a Dios que esta vez lo harás mejor, agradécele porque ÉL HA PROMETIDO salvarte, porque Cristo se ha dado ya por ti, y te ha comprado con su sangre. ¡Así de precioso eres a sus ojos!

El nuevo pacto son buenas nuevas. El antiguo, malas.

R.J.W.