Querido amigo y amiga:

Los medios de comunicación social han informado, pero todavía no han reflexionado seriamente en el significado del 31 de octubre, fecha en la que católicos y luteranos se han sentado juntos para firmar su famoso "acuerdo" que supuestamente pone fin al protestantismo. Afirman ahora coincidir en la doctrina de la justificación (o salvación) por la fe. Como resultado de tal acuerdo, un teólogo prominente de la Universidad Católica de Washington D.C. ha manifestado públicamente que ya no hay razón válida por la que los luteranos hubieran de permanecer como denominación separada.

Fue el mismo Lutero quien dijo hace casi un milenio que si una iglesia comprende y predica la verdadera justificación por la fe, será precisamente la iglesia que reciba la bendición de Dios. No queda, pues, más remedio que hacerse una pregunta que es tan seria como razonable: ¿Ha muerto el protestantismo? ¿Queda aún alguna justificación teológica para la existencia de las iglesias protestantes? Si creemos en la justicia por la fe de la forma en que lo hace la iglesia luterana, mientras que ésta cree a su vez de la misma forma en que lo hace la iglesia católica, está claro que abrazamos la posición católica al respecto del plan de la salvación. ¿Ha sorbido la iglesia de Roma al protestantismo? ¿Le ha ido preparando silenciosamente su tumba?

Dijo un sabio escritor que la justificación por la fe es "el mensaje del tercer ángel en verdad", refiriéndose al "evangelio eterno" descrito en Apocalipsis 14:6 al 12. En otras palabras: hay un evangelio que es "verdad actual" en estos últimos días que preceden a la segunda venida de Jesucristo. Se trata de una comprensión de la salvación por la fe que es singular, por ser paralela y consistente con el mensaje de la purificación del santuario del gran Día de la Expiación. Hay una verdad de imperativa actualidad para todo ser humano, en todo lugar. Nunca estará en contradicción con la verdad ya conocida y establecida, sino que vendrá a ser un desarrollo y profundización de la misma.

Hoy, nuestro gran Sumo Sacerdote está dedicado a la purificación del santuario celestial. Tiene como principal preocupación, no la preparación de los seres humanos para la muerte, sino la preparación de un pueblo para que pueda enfrentar y superar la prueba final de la "marca de la bestia", que esté preparado para la traslación cuando venga Jesucristo por segunda vez (1 Tes. 4:15 al 17). ¡Magnífica obra! Por lo tanto, el evangelio eterno que es ahora verdad actual, obra un magnífico cambio en los corazones humanos, capacitando al pueblo de Dios para "que venza... así como he vencido [Cristo]", capacitándolo para que siga "al Cordero por dondequiera que va" (Apoc. 3:21; 14:1 al 5). Es mucho más que simple cosmética. Cumple una obra en los corazones humanos, en una comunidad de fe, en el "cuerpo" de Cristo, tal como nunca antes sucediera en la historia de este mundo.

Pero en algo no ha cambiado: como sucedió siempre, la verdad está lejos de los compromisos y acuerdos humanos. Sigue encontrándose en la Biblia que Lutero rescató de las tinieblas. Desde sus páginas nos habla el que es el Camino, la Verdad y la Vida. Busca ahí las buenas nuevas, y nunca resultarás chasqueado.

R.J.W.-L.B.