Querido amigo y amiga:

Job fue probablemente el primer libro escrito, de entre los 66 que forman la Biblia. De insondable profundidad, revela el hecho sorprendente de que el Dios del cielo puso el honor y la integridad de su trono en las manos de ese hombre falible y sufriente. Si en su amargo padecimiento Job hubiese seguido el consejo de su esposa -"maldice a Dios, y muérete", eso habría significado una maldición auténtica y efectiva contra Dios. Habría dejado a Dios como falto de verdad ante el universo, tras haber dicho a Satanás, ante aquella gran conferencia de prensa en el cielo, que Job era "hombre intachable y recto, temeroso de Dios y apartado del mal". Si Job hubiese claudicado en esa prueba decisiva, Satanás habría proclamado ante el universo, que 'Dios es mentiroso, estaba equivocado, lo he derrotado. Job lo ha maldecido: he ganado, y Dios ha perdido'. ¿Cómo hubiese podido Dios permanecer en su trono, de haber tenido que sufrir tal humillación, y tras haber quedado expuesto como mentiroso? Se trataba de algo extremadamente serio, no de una mera discusión casual entre Dios y Satanás. Lee el libro de Job, y verás lo que encierra. Por increíble que pueda parecer, el éxito del gran plan de la salvación dependió de la respuesta de Job, ¡un pobre pecador salvado por la gracia!

Algunos dicen que Job es solamente una novela, que Dios nunca confió hasta ese punto en un pecador, que el auténtico Sufriente no era Job, sino Cristo, el propio Hijo de Dios. Pero nada resuelve tal suposición. Aún de ser así, permanece el hecho de que Dios confió el honor y la integridad de su trono y del universo, a ese Hombre torturado en el Getsemaní y en la cruz. Su nombre es Emmanuel, que traducido es: Dios con nosotros (Mat. 1:21-23). Y había tomado sobre sí nuestra naturaleza debilitada, caída, pecaminosa. En suma, se trataba de ver si en su condición desfavorable, Cristo oraría en Getsemaní: 'no sea como yo quiero, sino como quieres tú', o si por el contrario exclamaría: 'escojo mi propio camino, rehuso hacer tu voluntad, me niego a sufrir la injusticia de la cruz, dejaré que el mundo se pierda y yo me salvaré como sea'.

No. Job no es ninguna novela. Es auténtico. En sus manos estaba el "maldecir" a Dios, o bien "bendecir al Señor", honrarlo y vindicarlo. Es un hecho solemne el que tú y yo enfrentemos hoy la misma alternativa: nuestra propia voluntad, frente a la voluntad de Dios. Está en juego algo muchísimo más importante que el salvar nuestra piel.

R.J.W.